Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

El congreso

El congreso regular

Público recomendado: Adultos

No hay mucha escapatoria en el inmanentista mundo que nos plantea el guionista y director Ari Folman en su último película, El congreso, basado en la novela de Stanislaw Lem Congreso de futurología, porque todo está controlado por poderes omnímodos.

 

 

Antes ya Matrix nos había colocado en la disquisición de que participamos de un mundo virtual, producto de una programación perversa, pero donde un salvador, Neo (Keanu Reeves), había llegado para liberarnos de este controlado mundo digital. En El congreso, por el contrario, no hay muchos resquicios por donde colarse porque, como dirá uno de los personajes “las únicas elecciones son esperar la muerte aquí o alucinar en el otro lado”; un lado de dibujos animados.

Allí se encaminará Robin Wright (La vida privada de Pippa Lee, La princesa prometida, Algo pasa en Hollywood, entre otras), que se interpreta a sí misma en una actriz que contrata con su productora el escaneo completo de su persona, tanto emocional como físico, para que la compañía la utilice en las películas que determine. Al principio se opondrá y reivindicará su libertad de elección, pero su representante, Al (Harvey Keitel, Taxi Driver, Main streets, Pulp fiction, Abierto hasta el amanecer, Malditos bastardos, Cop land…), la convence para que firme, ya que, en caso contrario, su carrera cinematográfica habrá terminado. Para ello utilizará el miedo de la actriz ante situaciones límite y la responsabilidad que tiene de ser la única persona para cuidar de sus dos hijos, uno de ellos, Aaron (Kodi Smit-McPhee) con una enfermedad degenerativa.

Un salto de veinte años en la historia llevará a Robin a un congreso organizado por la productora en la que ella, como el resto de invitados, firmaron en su día un acuerdo de exclusividad. En ese lugar todos se trasforman en dibujos animados. Desde los héroes del cine hasta los grandes de la música, entre ellos Michael Jackson, pasando por los intelectuales y los líderes religiosos (Buda, Mahoma, Jesucristo…), allí se encuentra buena parte de la humanidad secular.

En este espacio animado, Robin encontrará el amor en Dylan (con consumación coital incluida) que le informará del paradero de sus hijos, a los que busca desde hace años.

Solo conservar la libertad personal, como hizo Sarah, la hija de la actriz, preserva de los aherrojados mundos animado y real en los que transita la mayor parte de la humanidad en esta alegoría futurista con vocación de película de culto. Pero de Sarah y del resto de libres, nada conocemos, salvo que son felices, como dirá Dylan a Robin. Con esta referencia pasajera, El congreso da el carpetazo a qué y cómo vivir la vida, con lo que la conclusión son demasiados cabos sueltos y pretensiones explicativas totalizantes que no explican casi nada, proponen menos y ridiculizan a las grandes religiones por las que los seres humanos nos movemos desde la noche de los tiempos.

Antes el inmanentismo, tuvo que construir sesudas teorías personales y sociales; ahora es atrevidamente delicuescente, sin ápice de rubor (véase los países implicados en la producción).

Enrique Chuvieco

 

Ficha técnica:

The congress

Israel, Alemania, Polonia, Luxemburgo, Francia, Bélgica, 2013

Dirección: Ari Folman.

Interpretación: Robin Wright, Harvey Keitel (Al), Jon Hamm (Dylan), Kodi Smit-McPhee (Aaron), Danny Huston (Jeff Green), Sami Gayle (Sarah), Michael Stahl-David (Steve), Paul Giamatti (Dr. Barker).

Duración: 122 min.

Género: Drama, ciencia-ficción.

 

 

 

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad