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Her

Caratula de "Her"

Crítica

Público recomendado: Jóvenes y adultos

Theodore Twombly es un escritor profesional de cartas en el año 2025, introvertido y entrañable. Recién separado de su mujer y resistiéndose a firmar los papeles del divorcio, lleva meses encerrado en su tristeza, evitando a sus amigos e incapaz de interesarse seriamente por otras mujeres, como espera de él su entorno.

Curioso al ver un anuncio con tintes existenciales, Theodore compra y instala en su equipo un revolucionario sistema operativo (OS por su traducción inglesa) que se anuncia como la primera inteligencia artificial, con intuición y personalidad propia. El OS, con voz de mujer y que decide llamarse Samantha, está diseñado para adaptarse a las necesidades de cada usuario, pero desde el primer contacto Theodore olvida su naturaleza artificial y siente simpatía por esa voz en su ordenador que deja entrever una personalidad brillante, ingeniosa y comprensiva. Su amistad se convierte en amor – algo novedoso pero no poco frecuente entre los usuarios de ese nuevo OS, diseñado para complementarles a la perfección -. Pero Samantha, que «nace» sin miedo alguno, aprende con avidez todo lo que le rodea, también los temores humanos, y pronto comienzan a surgir dificultades entre ellos. 

Cómodo en la variedad, el director Spike Jonze es capaz de experimentos como Cómo ser John Malkovich, o películas ya convertidas en cintas de culto como Donde viven los monstruos, a la vez que crea el fenómeno gamberro Jackass sin despeinarse. Para esta cinta ha querido contar con Joaquin Phoenix, que hace una gran interpretación, dotando al protagonista de interesantes matices, y con la voz de Scarlett Johansson (que fue la segunda elección del director) en un trabajo de calidad, tan virtual como su personaje. Todos sus elementos – desde el maravilloso cartel hasta la banda sonora, a cargo principalmente de Arcade Fire –  contribuyen a hacer de Her una película con un fuerte componente generacional. Una generación que adora la tecnología pero ansía experiencias auténticas, de las que esa misma tecnología parece separarle. Una generación desorientada afectivamente, sin una idea clara de qué esperar del amor, de las relaciones o del propio deseo de cumplimiento.

Técnicamente inmaculada, Her no es una película sobre la tecnología, ni una proyección de un futuro no muy lejano y bastante verosímil. Lo es, y es interesante analizarlo, pero no es lo principal en la cinta. La tecnología y el salto de pocos años constituyen una carta blanca para que Jonze pueda profundizar en la naturaleza de las relaciones. Theodore, que a pesar de su timidez y sus modos que rozan lo ridículo (su bigote, su sonrisa boba, sus chistes fuera de contexto), pero que son salvados del ridículo precisamente por encarnarlos Joaquin Phoenix, es un hombre a un paso de ser feliz, pero un pequeño agujero en su corazón, como él lo describe, le mantiene despierto por las noches: la soledad. Una soledad discreta que, sin embargo, lo separa de todo lo que vive. ¿Si encontrara a la persona perfecta, diseñada para responder a todas necesidades, acabaría por fin con ese vacío?

Guadalupe de la Vallina

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