Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

Calvary

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Adultos

Se estrena Calvary, una interesante y conmovedora película que ha suscitado todo tipo de comentarios en el ámbito católico, como el artículo de Mons. Charles J. Chaput, Arzobispo de Filadelfia o el videocomentario del sacerdote José Luis Almarza para Madrimaná. Una película típica de cineforum, que requiere un análisis profundo y sereno.

John Michael, el mayor de los hermanos McDonagh, cineastas irlandeses, afronta su segundo largometraje tras la interesante El irlandés, protagonizada ahora también por el siempre excelente Brendan Gleeson.

La película nos cuenta una historia protagonizada por el irlandés padre James, un viudo convertido en sacerdote católico, párroco en un pueblo costero del condado de Sligo. Un día recibe en el confesonario a un inquietante penitente. Este relata cómo fue sistemáticamente violado por un sacerdote pederasta durante su infancia. Ahora, tras una existencia traumática, ha decidido vengarse. Y él, el bueno del Padre James, va a ser la víctima expiatoria. Dentro de una semana va a ser asesinado en la playa. El sacerdote se queda perplejo. Sabe que la amenaza viene de un parroquiano, pero por la voz no tiene certeza absoluta de quién se trata. Después de hablar con su vicario parroquial y con su Obispo decide seguir viviendo el día a día con toda normalidad, sabiendo que una de las personas a las que trata cotidianamente es su potencial asesino.

Como en una especie de Cluedo, vamos conociendo los dramatis personae y su respectiva relación con el sacerdote: un viejo escritor (M. Emmet Walsh), un científico cínico (Aiden Gillen), un ocioso multimillonario (Dylan Moran), y un carnicero (Chris O’Dowd) cuya esposa está teniendo una aventura con un inmigrante africano, en una relación de carácter sado-maso. El padre James brega con todos, a todos trata de ayudar, y a menudo sólo recibe burlas y sarcasmos. Su soledad a veces sólo encuentra consuelo con su hija, una complicada mujer (Kelly Reilly) cuya presencia en el plano final del film va a ser decisiva.

La película, que obtuvo el Premio del Jurado Ecuménico del Festival de Berlín, es deliberadamente abierta, incluso ambigua. Se puede entender como el testimonio martirial de una vida santa, entregada y definida por la fe; o como un alegato sobre la deuda moral pendiente que tiene la Iglesia por los casos de pederastia. Pero también es posible unir ambas interpretaciones y ver en el Padre James al cordero inocente que carga con las graves culpas de sus hermanos. En cualquier caso, existe un incómodo punto que le diferencia por ejemplo de cintas similares como Disparando a perros. Y ese punto es precisamente la pederastia. Hay un diálogo muy duro en el que el potencial asesino le dice al sacerdote: “¿Lloraste cuando mataron a tu perro?” Y el sacerdote contesta que sí. “¿Y lloraste cuando salieron a la luz los casos de pederastia?” Y el honesto cura, tras pensar un rato dice: “No”. ¿Cómo debemos interpretar esta conversación?

Otra cuestión abierta es el final de la película, planteado para que cada cual la acabe como quiera. Yo creo ver un gesto de perdón. Pero el director no ha querido ser explícito. ¿Por qué? ¿Quiere contentar a tirios y troyanos?

Sea como sea es una película muy valiosa, que indaga con gran realismo en la poliédrica naturaleza del mal, también en el perdón, y que muestra una fe que no es abstracta, sino que se mancha las manos con las tortuosas peripecias de la condición humana. Una película que requiere atención y concentración, pues, como en la vida misma, todo se juega en las pequeñas cosas.

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad