Crítica:

Público recomendado: Jóvenes y Adultos

El maestro del agua constituye el debut como realizador cinematográfico de Russell Crowe, un drama ambientado entre Australia y Turquía tras la terrible batalla de Galliopolli en la I Guerra Mundial.

Crowe es también el protagonista de la historia e interpreta a Joshua Connor, un granjero australiano con dotes para el arte zahorí que viaja a Turquía con la intención de cumplir la promesa a su esposa muerta: localizar los cuerpos de sus tres hijos, presuntamente caídos en la batalla de Gallipoli, y llevarlos a casa. A pesar de los obstáculos interpuestos por el propio gobierno británico, que no deja viajar a civiles a dicho lugar, Joshua mantiene siempre la esperanza, está decidido a seguir adelante con su misión y contará con la ayuda de un oficial turco (Yilmaz Erdogan), que precisamente comandaba las tropas enemigas en Gallipoli y una viuda de guerra (Olga Kurylenko) que regenta un hotel en Estambul.

Desde una perspectiva claramente antibélica, Crowe introduce ideas y valores interesantes, como la capacidad de perdón e incluso de establecer vínculos amistosos con aquellos que lucharon en el bando contrario y acabaron con la vida de sus hijos. Tal y como el propio Crowe afirmó recientemente en una entrevista, se trata de “condenar la guerra y honrar al guerrero”, mostrar que en ambos bandos de un conflicto hay actos de heroísmo y valor, pero también que ambos comparten el dolor, los traumas y la tristeza y cómo todo ello puede convertirse en motivo de unión para olvidar las viejas rencillas. Por otra parte, aunque el film no elude tratar con realismo la crudeza del conflicto con continuos flashbacks de la batalla de Gallipoli, también se propone que una segunda oportunidad en la vida es posible para aquellos que parecen haberlo perdido todo en la guerra.

Una vez más (como el memorable Máximo en Gladiator), Russell Crowe ofrece una sólida interpretación de un hombre valiente y fuerte que se enfrenta al dolor de la pérdida de su familia y se obceca en honrar la memoria de todos sus miembros. No obstante, sí es cierto que, a partir de la segunda mitad, la hondura del sentimiento de pérdida y arrepentimiento que mueve al protagonista se disipa para dar paso a una serie de clichés hollywoodienses (escapadas y persecuciones casi imposibles, rescates de última hora, un romance casi forzado…) que quizás empañen el resultado final.

En cualquier caso, esta primera incursión como director de Russell Crowe supone una valiente y meritoria propuesta, un drama de corte clásico que, aunque pueda tener sus defectos, rezuma una humanidad absorbente.