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El país de las maravillas

Caratula de "El país de las maravillas" (2014) - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes, adultos

Le meraviglie es el segundo largometraje de la cineasta Alice Rohrwacher. Se trata de un drama familiar que tiene lugar al final del verano en la Toscana y cuyos protagonistas son una familia de tres hijas y sus padres. En Gelsomina, la mayor de las hijas, se centra la principal mirada de El país de las maravillas.

Fábula contemporánea sobre luces y sombras de la vida de campo, relato sobre una familia alejada de la ciudad y volcada en la apicultura y en sus tensiones internas. Un padre alemán, una madre italiana y el cuidado de las abejas, rodado en la Toscana natal de al directora, con su hermana Alba Rohrwacher de protagonista (La soledad de los números primos), que interpreta a una de las hermanas, junto a artistas internacionales como Monica Belucci (Manuale d’amore 3. Las edades del amor). Despliegue de sensibilidad en esta película, agreste, casi imperfecta, y felliniana al mismo tiempo, llena de energía, emoción y convicción.

La película de Alice Rohrwacher se estrenó mundialmente en la sección oficial del pasado Festival de Cannes y fue premiada con el Gran Premio del Jurado y en el Festival de Cine de Sevilla con el Premio a la Mejor Actriz para la joven Alexandra Lungu y el Premio Especial del Jurado. Abre los ojos de una adolescente al mundo desconcertante, con gran dosis de frescura. Describe otro universo aislado, con sus propias normas y costumbres, construido a través de los propios personajes que, logra que sea la historia la que siga el halo de los personajes y no al revés.

El país de las maravillas explota la naturalidad de estas niñas en su actuación, pero a pesar de defender la simpleza y sencillez que propugna el padre de las niñas, acaba siendo no una opción sino una imposición a la fuerza. Gelsomina ansía una vida normal, como la del resto de las amigas de su edad, lejos de la vieja granja y de los discursos antiglobalización de su padre. Está cansada de sentir el peso sobre sus hombros, que la coloca como cabeza de familia y le atribuye una enorme responsabilidad en el funcionamiento de la granja.

La película se denomina como el único sueño de Gelsomina, similar al de otras niñas también contagiadas por el espíritu triunfador que venden los medios de comunicación a través de certámenes de belleza, como en  Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton, Valerie Faris, 2006), o competiciones de canto y baile,  Miss Tacuarembó (Martín Sastre,  2010). La aparente vida idílica en el campo se torna en problema con la aparición en la historia de un concurso de la televisión al que la hija mayor inscribe a toda la familia. En este caso, El país de las maravillas es un concurso donde las familias compiten con productos que ellos mismos elaboran, y ofrece un premio en metálico y un crucero de lujo a la familia más tradicional: algo que hará que la tensión dentro de la familia de Gelsomina vaya en aumento.

El concurso pone de manifiesto, como ya hiciera  Reality (Matteo Garrone, 2012) la escasa calidad de una televisión berlusconiana. Se idolatra a la celebrity y a su alcance mediático, se erige como un arma que no conoce límites y que alcanza hasta el último rincón de un pueblo de Umbría, donde viven los protagonistas.

El padre de Gelsomina decide acudir a un programa de inserción y acoger temporalmente a un niño, varón, a cambio de que éste ayude en las labores de recolección de la miel. La llegada de Martín, un joven delincuente, hace que las reglas estrictas que mantienen unida a la familia se hagan más y más frágiles, porque se potencia aún más el desprecio del padre hacia el resto de mujeres del hogar y el sistema impuesto comienza a fracturarse. El drama se desencadena por no aceptar el inevitable crecimiento de la hija mayor, negarse a lo evidente y refugiarse en el pasado infantil de su hija.

De todo lo que representa una película, lo más fascinante para la directora es la interacción entre los personajes. De hecho, suele dibujar auténticos mapas emotivos de sus criaturas, que luego imprime y cuelga por todo su cuarto, antes de arrancar con el guión.”El 99% de las entrevistas sobre cine van de personajes y elementos de color. Sin embargo, una película es otra cosa, es una telaraña de relaciones entre los protagonistas y de ellos con el ambiente. Un personaje solo no hace ningún movimiento”, comenta la cineasta.

Rohrwacher afirma “de pequeña no tuve televisión, así que para mí siempre ha sido un misterio. Pero es un lugar de gran decadencia. En Italia ha creado un genocidio cultural. ‘Eficiencia’ o ‘lo que funciona’ me parecen términos peligrosos”, agrega la directora. “Ese genocidio ya se ha verificado. En Italia hay cierto adormecimiento post-mortem. Sí hay algún individuo dentro del país, pero en general no hay ningún impulso vital, me parece irrecuperable”.

Delicadeza y fragilidad, crítica social y descripción de personajes en esta pequeña obra. “Yo tengo claro lo que he hecho y lo que haré”, remata la directora. Por lo pronto, trabaja en un filme sobre otro conflicto interno a una comunidad. Luego, “dos películas más”. ¿Y por qué le quedan solo tres por rodar? “Quiero hacer un número de filmes dispar”.

 

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