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Irrational man

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público Adecuado: Adultos

Puntual como cada año, llega la nueva cinta de Woody Allen, irrational man, con sus temas de siempre; la filosofía, las relaciones sentimentales cruzadas y de nuevo, el debate moral sobre el asesinato, como ya planteaba en “Match Point” o “Balas sobre Broadway”. ¿Y si matar a alguien supone un bien para la sociedad, y además hace recuperar el sentido y recobrar las ganas de vivir?

Abe Lucas (Joaquín Phoenix) es un profesor de filosofía atormentando, que empieza a dar clases en verano en una Universidad. Ahí le esperan con los brazos abiertos, gracias a su prestigio y sus numerosas publicaciones. En su nuevo entorno se encuentra con dos mujeres que le pretenden: Rita, una profesora casada, infeliz y amoral y Jill (Emma Stone), una alumna ingenua con un novio celoso, que cae derretida de admiración.

Emma Stone repite como musa tras la “Magia a la luz de la luna”, y en el papel protagonista, que desde hace tres años dejó de interpretar el mismo Allen, encontramos al inquietante Joaquín Phoenix, que se distancia del prototipo de neurótico compulsivo y añade un toque enigmático.

Allen plantea de nuevo las grandes cuestiones, con más profundidad de la habitual, lejos del sarcasmo y con un tono dramático. ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Es lícito engañar? ¿Qué sentido tiene la libertad? ¿Cómo nos afectan nuestras decisiones? Y finalmente, ¿es lícito matar si es por el bien de todos? Y de fondo, el vacío existencial, el nihilismo insoportable, cuyo hueco tratamos de cubrir con distracciones de todo tipo, que incluyen citas sexuales, alcohol, diversión, incluso la intelectualidad, en su afán de cubrir la desesperación.

“La ansiedad es el vértigo de la libertad”, dice el profesor en una de sus clases, mientras trata en vano de poner distancia entre el pensamiento ideal de la filosofía y la cruda realidad. La filosofía, ¿es papel mojado de unos sesudos intelectuales o realmente repercute en nuestra vida diaria? En esta ocasión, Allen plantea un avance importante, y es la importancia de tomar las riendas de la vida, dejar de lamentarse y pasar a la acción, tomar decisiones y llevarlas hasta sus últimas consecuencias, por muy crudas que puedan resultar. Y una idea clara: el que empieza a justificar una pequeña mentira, puede acabar justificando un asesinato si no de atiene a una ética universal.

Se podría decir que es una obra más de Allen, que ha puesto el “piloto automático”, por sus temáticas recurrentes, los créditos, el jazz que ambienta su obra, sus coqueteos con la infidelidad y la muerte. Sin embargo, conviene destacar que su obra ofrece una profundidad de pensamiento que pocos directores son capaces de reflejar.

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