Crítica:

Público recomendado: Todos

En esta divertida película para niños de 9 meses a 99 años, los británicos Estudios Aardman —fundados en 1972 por Peter Lord y David Sproxton— vuelven a sentar cátedra en la animación de muñecos fotograma a fotograma, conocida como stop-motion. Una técnica en la que han producido spots, cortos y series televisivas antológicas, y más tarde largometrajes de la talla de Chicken Run: Rebelión en la granja, Wallace & Gromit: La maldición de las verduras, Ratónpolis, Arthur Christmas: Operación Regalo o ¡Piratas!

Aquí adaptan por primera vez a la gran pantalla su popular serie televisiva infantil, iniciada en 2007 y en la que asumen el protagonismo diversos personajes secundarios de Un esquilado apurado, de Nick Park, uno de los mejores cortometrajes de Wallace y Gromit, galardonado en 1996 con el Oscar. Concretamente, la inteligente oveja Shaun, el sufrido perro pastor Blitzer y el resto de sus amigos se meten en un buen lío cuando intentan romper su rutina diaria con el objetivo de ver una película de vídeo sin la férrea vigilancia del granjero. Para ello, duermen al buen hombre y lo encierran en una caravana que, por rocambolescas circunstancias, echa a rodar hacia la gran ciudad, sembrando el caos a su paso.

Debutantes como guionistas y directores de largometrajes, Mark Burton y Richard Starzack salvan la total ausencia de diálogos y el cierto carácter episódico del guion a través de una animación enormemente expresiva y de ritmo trepidante, en la que rinden homenaje —con frecuencia explícito— a las mejores comedias mudas de Charles Chaplin, Buster Keaton o Harold Lloyd, y concretamente a su empleo del slapstick, delirante humor de enredos, trompazos y persecuciones. De este modo cautivan al gran público con sus desternillantes gags en torno al trabajo en equipo y a las diferencias entre el estilo de vida campestre y el urbano.