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La playa de los ahogados

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes, adultos

El cine negro va ganando protagonismo entre las producciones españolas, como lo demuestran, entre otras, las brillantes La isla mínima, El niño y El desconocido.

El director Gerardo Herrero recorre también esta senda con La playa de los ahogados, que narra las pesquisas de Leo Caldas (Carmelo Gómez: Secretos del corazón, El portero, El método…) y de su ayudante para resolver el caso de un hombre ahogado.

Estamos en la costa atlántica gallega, el inspector Caldas recibe la información del hallazgo de un hombre muerto en la arena de la playa. El primer reconocimiento avanza que se trata de un suicidio, pero el forense argumenta por el reconocimiento del cadáver que puede tratarse de un asesinato.

Las peripecias de Caldas y su subordinado Estévez (Antonio Garrido: El camino de los ingleses, Camarón, Yerma…) conducen al pasado del fallecido, pasado que se encuentra en el mismo pueblo donde residió. Lugar, también, que sirve de referencia al realizador madrileño Gerardo Herrero (Malena es un nombre de tango, Frontera Sur, El corredor nocturno…) para acercarse a algunos aspectos de la idiosincrasia gallega, con sus leyendas ancestrales y con su expresión verbal indirecta que tanto enerva al expeditivo Estévez.

A éste le intenta sosegar sin conseguirlo, su jefe, que encarna el prototipo del hombre de la tierra: familiar (visitas a su tío en el hospital y a su padre en su bodega); sagaz, para unir frases a medias y conectar sensibilidades; implicado con el trabajo (que provoca la queja del subordinado por disponer de él en su tiempo libre) y paciente, muy paciente (no acosa a los investigados) para actuar «gota a gota».

Más sosegada —en cuanto a efectos especiales— y sencilla —en cuanto a la inexistencia de tramas conspirativas de alto nivel— que los largometrajes citados anteriormente, La playa de los ahogados nos trae la vida de gente corriente de pueblos costeros, fruto del libro con el mismo título de Domingo Villar, también guionista.

Bien interpretada por los protagonistas y con un montaje correcto (algunos planos y secuencias se alargan innecesariamente), se ve sosegadamente por la ausencia de imágenes explícitas de violencia y sexo. Su desnudez de tramas delictivas a alto nivel, que se decantan en otros filmes de género con escenas sádicas, encamina a esta propuesta a acentuar la bondad o maldad de las decisiones humanas, capaz de heroísmos y tropelías de toda índole. Cuestión pertinente para estos tiempos, en los que el determinismo biológico conduce las reacciones de muchos asesinos del celuloide.

 

 

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