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Lejos del mundanal ruido

Caratula de "Lejos del mundanal ruido" (2015) - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes-Adultos

El director danés de 46 años, Thomas Vinterberg (La caza, 2012) -co-fundador, junto a Lars Von Trier, del movimiento cinematográfico vanguardista Dogma95- estrena en España, gracias a Fox, Lejos del mundanal ruido, adaptación cinematográfica homónima y libre de uno de los melodramas victorianos más enjundiosos, a partir de la cuarta novela escrita por el inglés Thomas Hardy en 1874. Se trata de una película que muestra el difícil papel de la mujer emancipada en la sociedad inglesa rural.

El drama sigue la historia de la bella, independiente y obstinada Bathsheba Everdene, que atrae a tres pretendientes muy distintos: Gabriel Oak, un ganadero ovino cautivado por su atractiva terquedad; Frank Troy, un apuesto y temerario sargento, y William Boldwood, un próspero y maduro soltero. Este sempiterno relato de las opciones y las pasiones de Bathsheba, examina la naturaleza de las relaciones y del amor -así como la capacidad humana de superar dificultades por medio de la resistencia y la perseverancia-.

Vinterberg acierta al dejar fuera de escena diferentes subtramas, inabarcables por la limitación temporal de una película respecto al texto original, y apuesta por focalizar todo el peso argumental en la historia principal, la lucha de Bathsheba Everdene por salirse del rol que, cuidadosamente, el hombre ha delimitado para una mujer de su clase en cada etapa de su vida. Pese a que en las páginas de Hardy era posible comparar esta situación en dos estratos sociales muy diferentes: el de la señora propietaria -burguesía-, y el de la joven criada -servidumbre-, en el presente caso el papel de la criada ha sufrido una considerable reducción en sus intervenciones para no distraer al espectador del verdadero objeto de atención.

Ambas mujeres cruzan la línea de lo “correcto” tratando de buscar una libertad que no les corresponde, y por ello serán castigadas, aunque con sanciones muy diferentes. Mientras la pobre criada iliterata era condenada a huir y padecer hambre y frío, Bathsheba siempre podrá aferrarse a unas riquezas que le garanticen cierta seguridad y así poder continuar con su ardua tarea de desafiar a la autoridad masculina.

Si algo se echa en falta en la película -llevada también a la pantalla en 1967 a las órdenes del director inglés John Schlesinger- es la aparición de un narrador en tercera persona que, por momentos, consiga reflejar con palabras lo que los actores y las elipsis no son capaces de transmitir con las imágenes. Pese a ello, la fluidez narrativa de Vinterberg contrarresta la ausencia de esa supuesta voz en off y aporta la melancolía de una feliz decepción que se transmite con la inestimable ayuda de un rostro tan hermético y subyugante como el de Carey Mulligan, actriz candidata al Oscar en varias ocasiones.

 

 

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