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El gran día

Caratula de "El gran día" (2015) - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Familiar

El Gran Día discurre entre la ficción y el documental. De la mano de Pascal Plisson, autor de la galardonada Camino a la escuela, nos llega la historia de cuatro chicos de partes opuestas del planeta que se preparan para alcanzar sus respectivos sueños.

La película trae cuatro historias de superación provenientes de contextos difíciles, donde es más complicado avanzar hacia un objetivo que en la sociedad occidental más cosmopolita. Los lugares son Mongolia, Cuba, India y Uganda. En estos cuatro sitios tan distintos encontramos jóvenes protagonistas que luchan por un sueño.

Las historias narradas son reales. La película recrea el camino real que hicieron los personajes protagonistas, y cuenta con las personas que les acompañaron. Las historias que nos cuentan no son, pues, un discurso motivacional insincero: son testimonios auténticos.

Una consecuencia que podría considerarse negativa derivada de este carácter “realista” es que la mayoría de los actores no son profesionales; son las mismas personas que acompañaron a estos personajes: familiares, amigos… Sus actuaciones son poco verosímiles, pese a ser ellos mismos los protagonistas de la historia. Pero tampoco es este un factor fundamental. Esta no es una película que busque crear una gran dramatización: es una película que busca apelar al contenido de lo que cuenta, y se ha optado por emplear esta forma de discurso.

La película habla del valor de la educación o de la importancia de la familia como sostén y apoyo, entre otros temas. Se construye un discurso didáctico sobre el valor del esfuerzo, sobre la ruptura de la barrera de las circunstancias, sobre la consecución de los logros mediante el trabajo duro, sobre lo importante de seguir una pasión… En definitiva, la película está muy orientada al conseguir como factor fundamental de la vida. Conseguir un empleo, conseguir aprobar un examen… Pese a ello, en las historias no se desestima el componente teológico que sostiene a los protagonistas. Todo parece estar orientado hacia conseguir, pero deja espacio a una dependencia de la persona frente a un componente divino.

El gran día retrata historias reales, construye un discurso didáctico que va más allá de lo motivacional. Un relato que puede resultar más cautivador por los difíciles contextos de los que vienen los protagonistas y por el valor real que tienen las historias. Más allá de esto, sigue estando en pie el debate de si es la consecución de los objetivos lo único a lo que debemos aspirar en la vida, lo más importante. En la película hay amor implicado en las tramas: familias o amigos que sostienen a sus hijos, que les apoyan y acompañan en sus travesías. Pero el amor o el afecto no es considerado como lo realmente importante. El discurso se salta el valor del afecto y lo enfoca todo hacia la consecución de objetivos; y esto puede resultar valioso o destructivo. Pues no es, efectivamente, la consecución de objetivos lo que da la felicidad: después de un objetivo siempre vendrá otro. Y la insatisfacción termina por cansarse de entrar por los mismos recovecos.

Pese a no llegar a estos puntos (y dar una posibilidad peligrosa), El gran día es una interesante historia que conocer, con algunos protagonistas que merece la pena conocer.

 

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