Crítica:
Público recomendado: Adultos
El trastorno de identidad disociativa describe que coexisten dos o más personalidades en un individuo, cada una con su propio patrón de percibir y actuar con el ambiente.
Por estos terrenos anda el director Carlos Martín en su primer largometraje, Reverso, quien ha declarado, ante su estreno: «Sé que es una semana trascendental en mi vida».
Con notable, pasa la prueba el también guionista, que se había ejercitado anteriormente en la producción y detrás de la cámara con varios cortometrajes.
Nos cuenta la historia de Alex (Ivan Hermes: Amnesia, El alquimista…) y Marcos (Raúl Mérida: Tres 60, Felipe el Hermoso en la serie de tv Isabel), dos hermanos adoptados que, tras varios años alejados, se vuelven a juntar para concluir un juego muy peligroso que practicaban en su infancia y que estuvo a punto de acabar con la vida Alex.
Desde el principio, una vigorosa puesta en escena enlazada en planos significativos, sin concesiones a la galería, nos introduce a saco en la rivalidad brutal de los hermanos. Cada propuesta, que compete superarla al otro, el cual planteará a su vez una nueva al contrincante cuando la cumpla, solo tendrá un fin cuando uno de los dos se rinde. Pero claudicar es sufrir el apocalipsis total.
A esta mayúscula escalada obsesiva de Marcos y Alex entra casualmente la esposa de este último (Elena Ballesteros: Lo contrario al amor, Un año en la Luna, Clara y Elena…) que va descubriendo la infancia de su marido cuando contacta con la madre adoptiva de ambos (Mariana Cordero: Princesas, La vida empieza hoy, La torre de Suso…).
El montaje sincopado propicia que el espectador se tome en serio la historia y los personajes, dirigidos hábilmente por Martín, quien aborda escenas de violencia límite con la honestidad de quien nos cuenta una historia alucinante, pero sin recrearse en la brutalidad.
En una de las tramas de Reverso —tal vez la más contundente—, interviene el cantante madrileño de hip hop El Chojin (Domingo Antonio Edjang Moreno), que pone también banda sonora.
En definitiva, los atractivos son variados en este primer trabajo de Martín, quien dirige con “hambre” y mano firme este filme de género de suspense psicológico. Pareciera que se habituó a retar a su “Vértigo” en lo alto del campanario, atento a Scottie.