El filósofo Alfonso López Quintás pone el broche de oro en el I Congreso de Cine y Educación, que ha concluido este domingo en Madrid.
El filósofo Alfonso López Quintás ha puesto el broche de oro al I Congreso de Cine y Educación, que CinemaNet ha celebrado en la Universidad CEU San Pablo. En su conferencia de clausura, ha explicado cómo se aplica al cine el sistema de pensamiento que ha desarrollado. Ésta es, precisamente, una de las labores que realiza la Escuela de Pensamiento y Creatividad por él fundada, y ha influido en la labor que llevan a cabo, en sus respectivos centros, bastantes de los ponentes y participantes en este Congreso. Todo el congreso ha despertado bastante interés: se han superado los 200 participantes, y el sábado por la mañana hubo que cambiar la sala donde se celebraba para poder acogerlos a todos.
La mañana del domingo había empezado con una mesa redonda, en la que se expusieron distintas experiencias de trabajo con cine en las aulas universitarias. De todas ellas, se sacó en conclusión la necesidad de un marco antropológico de referencia para el trabajo; de tener objetivos claros y concretos, y de preparar bien las sesiones, sin dejar nada a la improvisación, para que el diálogo no sea “una charla de café”. Todo ello, evaluando después los resultados.
Gloria Mª Tomás, Directora del Máster de Bioética de la Universidad Católica de Murcia, justificó que el cine es un instrumento educativo adecuado en el mundo universitario: “Emplearlo es introducir un método existencial y fenomenológico; aparentemente menos reflexivo, menos conceptual que los métodos tradicionales. Pero que, en realidad, nos puede situar de un modo atractivo, contemporáneo, natural, ante el hombre concreto y sus preguntas implacablemente constantes y definitivas. Ahora bien, se trata de saber elegir para aprender y enseñar a saber ver y dialogar a través del cine”.
La relación educativa en torno al cine, en opinión de Juana Sánchez-Gey, de la Universidad Autónoma de Madrid, no es unidireccional: “Los alumnos y los profesores llegan a clase para llevar juntos una comunidad de investigación. Pero no vamos a charlar, llevamos unos fines concretos. Es importante que haya un maestro o profesor como guía, como mediador, como moderador; que sepa llevar el diálogo, no imponer valores sino contagiarlos. Aprendemos cuando alguien nos ayuda a descubrir aquello que ya sabíamos, o que sólo intuíamos“.
Toda formación tiene que formar parte de un horizonte de vida. Es una de las ideas manifestadas, en su intervención, por Ninfa Watt, periodista, profesora de la Universidad Pontificia de Salamanca y crítica de cine. “Y para eso, tengo que intentar ayudar a los alumnos a conectar de forma coherente el mundo de los afectos, de la mente y de la vida. Cuando pongo un fragmento de una película, buscamos un espacio de experiencia compartida, un espacio donde se puede dar una experiencia pedagógica. Para los jóvenes, el lenguaje visual es como una lengua materna, pero que se les enseña a decodificar y comprender Si logro, de forma abierta y no manipuladora, ofrecerles un espacio donde puedan descubrir un valor, estoy favoreciendo que luego lo lleven a la reflexión y la vida”. Y añadió: “Hay que pensar muchas veces las cosas en frío para actuar adecuadamente en caliente”.
La última en intervenir fue Mª Ángeles Almacellas, profesora de la Escuela de Pensamiento y Creatividad y de la Universidad Internacional de La Rioja, donde ofrece un seminario virtual sobre Cine y persona. “La universidad no debe olvidar ni descuidar en ningún momento lo que constituye la raíz, la misión de la universidad desde sus raíces: el compromiso irrenunciable por la búsqueda de la verdad, y esto implica de forma muy especial la búsqueda de la verdad del hombre”, ha afirmado.
Igual que otros ponentes a lo largo del congreso, ha rechazado que el uso del cine como instrumento educativo sea una manipulación o instrumentalización. A la hora de usarlo, “no se puede olvidar que el cine también es arte”, y que hay que tratarlo “con todo el rigor, respeto y admiración de una obra de arte”; es “un espectáculo”, por lo que hay que intentar que la labor con él sea “un espacio de solaz y deleite”; y, por último, es “una industria que mueve enormes sumas de dinero”, así que otro objetivo ha de ser “formar y afinar la capacidad crítica del alumno”.
Pantalla 90 es la revista digital del Departamento de Cine de la Comisión Episcopal de Medios de la Conferencia Episcopal Española. Sus orígenes se remontan a enero de 1990, cuando la revista en papel Pequeña Pantalla se fusiona con Cine 89 por razones económicas y nace una nueva que pasa a llamarse Pantalla 90, que fundó Rafaela Rodríguez Raso. Sus primeros críticos de cine fueron Pascual Cebollada, Eduardo Gil de Muro, José María Caparrós y Adolfo Blanco, a los que se añadieron Mary G. Santa Eulalia, Norberto Alcover y Gaspar Castaño.