La inmigración, los refugiados y la familia temas clave del festival.
La semana pasada se clausuró la 50ª edición del Festival de Cine de Nyon (Suiza), en donde tuve el enorme placer de ser miembro del Jurado Interreligioso, compuesto por un musulmán, una judía, una pastora protestante y un católico. Un lujo poder compartir la pasión por el cine y por lo humano, generando un diálogo interreligioso tan fecundo y enriquecedor.
El festival de Cine Visions du Reel (Visiones de la realidad) consigue transmitir una mirada precisa y urgente sobre la situación del mundo actual. Pero no hablamos de películas de ficción sino de documentales; historias reales que son verdad y que inevitablemente tienen un punto de penetración aún mayor que las de ficción. Los temas han sido tan variados como: la tragedia de los refugiados (Those Who Remain; promovida por el partido político Podemos), el valor de las relaciones familiares (Norie, When the Persimmons Grew, Century of Smoke y Pahokee), la identidad de un pueblo y la importancia de custodiar su cultura (Aether, Dreams from the Out Back, Kiruna – A Brand New World o Heimet is a space of time) o cómo las ideologías y las modas nos vapulean interiormente haciéndonos perder nuestra identidad (Out of place o Passion. Between Revolt and Revolution). Temas vitales que el género documental consigue acercarnos con eficacia y rotundidad.
Vale la pena destacar alguna de las películas más relevantes: la japonesa Norie, la arriesgada That which does not kill de la directora Alexe Poukine y la ganadora del Premio del Jurado Interreligioso When The Persimmons Grew.
Con la japonesa Norie asistimos al viaje de un padre y un hijo en busca de los recuerdos de Norie, la esposa recién fallecida de este padre que oculta un gran dolor. Una historia delicada sobre el dolor de la pérdida, pero también sanadora por mostrar con sencillez cómo una herida familiar enquistada con el tiempo, puede mirarse con ternura y esperanza. Aunque técnicamente no es destacable, el arco de transformación del personaje está tan bien narrado, que merece un reconocimiento. Además es el propio hijo en la vida real, el director y realizador de la película, que a través de este proyecto, consigue reconducir un tema familiar de gran importancia.
Y llegamos a la valiente, arriesgada y quizás más polémica, That which does not kill. La película nos cuenta a través de varios personajes, sobre todo mujeres, la experiencia de ser “forzadas y violadas” por amigos, conocidos o familiares. A parte de la justa y conmovedora posición de víctima, el film sorprende porque plantea una extraña relación afectiva entre víctima y “violador”. Incluso una de las mujeres afirma haber ido hasta tres veces más, a casa de aquel que la había forzado; como si a pesar de la lo vivido aflorara una confusión afectiva de dependencia con el agresor. También vemos a un joven varón de unos 20 años narrando cómo un día forzó sexualmente a su novio; y que en lugar de provocar una ruptura, sorprendentemente le dijo, tras la agresión, que creía que era el hombre de su vida. Una película sin ningún interés visual, ya que consiste en una cámara fija en formato entrevista clásica, pero de una sorprendente y desconcertante evolución afectiva de los personajes.
Y, por último, When the persimmons grew, del director de Azerbaiyán, Hilal Baydarov. Sin duda una obra maestra, solo disfrutable para cinéfilos, que consigue convertirse en un viaje para el alma y que evoca al mejor cine de Andrei Tarkovski. La historia de una madre, que vive en paz en pueblo rural, y de sus dos hijos, que vienen de la ciudad a visitarla cada vez que hay que recolectar los persimmons, los kakis. Una película lenta, no para todos los públicos, que enamora con su simbolismo visual y que mejorará con el paso del tiempo.
Quizás todas estas películas tarden en llegar a nuestros cines, pero las historias que nos cuentan tienen mucho que ver con los asuntos que nos preocupan a todos: con la inmigración, con el desplazamiento de los refugiados y con nuestras familias. Estaremos atentos al estreno de todas ellas. No se las pierdan.
Recuerdo que de niño me apasionaba el cine: “Los Goonies”, “E.T.” o “James Bond”. Siempre quise ser director de cine con mi propia productora. Hoy soy empresario pero también puedo de escribir de cine en Pantalla 90, La Voz de Almería o Aleteia. Descubrí hace unos años lo bonita que es la radio y cada semana hablo en Cadena Ser Poniente en Almería. Pero lo que más me gusta es transmitir esta pasión, en la Universidad de Almería dando clases o siendo Jurado en Festivales de Cine como San Sebastián o Málaga. Amo el cine porque me lanza a vivir; si aprendes a mirarlo se convierte en una escuela para la vida. Siempre le estaré eternamente agradecido.