Que Alexandre Desplat (El discurso del rey, El árbol de la vida, Harry Potter y las reliquias de la muerte) es uno de los compositores emergentes más cotizados de la industria del cine, no se le escapa ya a nadie. Aunque para muchos es un autor un tanto sobrevalorado, no cabe duda de que cada nota de sus pentagramas bien vale lo que se le paga. Y no tanto por lo que aporta musicalmente al cine, que también, sino porque sabe imprimirle su sello propio a cada banda sonora. En música, como en todas las artes, la globalización y la inmediatez hacen que lo más difícil sea ser original. Y Desplat lo consigue.
Con Argo nos devuelve a ese ambiente opresivo e intimista que ya consiguió en El escritor, de Polanski, o en aquella pequeña participación en Un dios salvaje. Desde las primeras notas de “Argo”, ya estamos inmersos en un intrigante ambiente bélico en Teherán. Destaca el uso de pocos instrumentos con una pequeña orquesta en la que prevalecen los instrumentos de viento madera (clarinetes, oboes, fagots) movidos siempre por una sugerente percusión que se encarga de enfatizar las secuencias de acción. Todo ello aderezado con algunos instrumentos menos usuales en composiciones orquestales como el laúd y por otros utilizados en varios países de Oriente Medio como el ney turco, la darbuca, el yembé o el kemenche.
Pero no se trata sólo de trasladarnos musicalmente a la zona en la que se desarrolla la película. Alexandre Desplat va un poco más lejos y mezcla toda esta amalgama de sonidos con algunos momentos orquestales más tradicionalmente occidentales. Sonidos similares a los que construyó James Horner en sus trabajos de intriga en los años 90. “The Mission” o “Cleared Iranian Airspace” forman la segunda de las tres ideas que Desplat nos ofrece en esta composición.
El tercero de esos temas es uno más nostálgico que puede representar la posible esperanza en un incierto final feliz al conflicto con “Held Up By Guards” and “Tony Grills the Six”. Un teclado solitario y melancólico nos introduce en notas creadas para la introspección más profunda de los personajes.
Dicho todo esto, lo que nos parece más interesante dentro de toda la composición de Desplat es el uso de la voz para, no sólo construir melodías, sino para generar ritmos apremiantes en los momentos culminantes de la película. Podemos destacar las ráfagas de un staccato en “Scent of Death”, que evoluciona hacia sonidos más reconocibles en “Hotel Messages” y “The Six Are Missing”, emulando el sonido del telégrafo.
Hacia el final, si nos detenemos en “The Business Card” y “Drive to the Airport” vemos que comenzamos a desviarnos hacia el maravilloso trabajo de John Powell para la saga Bourne, pero los efectos étnicos y vocales hacen que mantengamos la atención. Todo en un desarrollo sin pausa hasta el emocionante lamento vocal de “Sweatshop” e “Istanbul – The Blue Mosque”.
En general, la música de Argo está lejos de ser revolucionaria, pero aborda inteligentemente unos estereotipos muy manidos con ideas nuevas, que se traducen en una experiencia sorprendente cuando escuchamos el álbum. No llega a ser tan rompedora y abstracta como El topo de Alberto Iglesias (aunque se asemeja en muchos aspectos), pero es el tipo de trabajo que fácilmente podría ganar premios de consideración gracias a la naturaleza de la película.
Francisco Arellano
Ficha:
(Argo, EE. UU., 2012)
Compositor: Alexandre Desplat
Sello: WaterTower
Duración: 58,37 min.