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Crónica del 66 Festival de San Sebastián

La corrupción y la necesidad de redención.

 

La película ganadora de la Concha de Oro ha sido “Entre dos aguas”, del director Isaki Lacuesta. Y el jurado ha hecho una mención especial a la película de Brillante Mendoza “Alpha, the right to kill”. En este caso el fallo oficial del jurado del festival ha coincidido con el Premio Signis tanto en el premio como en la mención especial; Signis comunicó su fallo días antes del fallo oficial del jurado. Más allá de la coincidencia resulta interesante cómo la mirada de ambos jurados parecen converger, no siempre ocurre, en elegir películas buenas pero que aporten esperanza o valores humanos y espirituales. La búsqueda de redención marca la historia del protagonista de “Entre dos aguas” y el fiel reflejo de cómo la corrupción coarta el bien en los barrios de Filipinas queda muy bien reflejado en “Alph, the right to kill”.

 

La corrupción nace en lo cotidiano e invade la vida

 

La corrupción es algo que nos afecta a todos. Ninguna institución se salva de ella. Y ante cualquier escándalo, nos aflora una necesidad visceral de justicia. Este ha sido uno de los temas del Festival de Cine de San Sebastián de este año. Con “El Reino”, de Rodrigo Sorogoyen, vemos el alcance de la corrupción política, con una dirección soberbia y un guion ágil y eficaz. También “Alpha, the right to kill”, de Brillante Mendoza, nos muestra la corrupción policial desde la dura realidad de Filipinas.

 

Pero la corrupción también alcanza a la iglesia y a la intimidad. En la película suiza “El inocente”, se caricaturiza a lo religioso como si la fe fuera incapaz de entender la naturaleza humana; e incluso la misma convivencia familiar puede ser corrompida: por el consumismo de las rebajas (“soy lo que compro”) de la extraña y surrealista “In fabric”, o por la falta de sentido que desvela “el nido vacío”, como se ve en la fallida, pero interesante “El amor menos pensado”.

 

En “El Reino”, Sorogoyen nos recuerda que la corrupción nace de lo cotidiano; al mostrarnos a un hombre normal y corriente aprovechándose del error de un camarero, que le devuelve más dinero de la cuenta. Todas estas películas apuntan a que la batalla contra la corrupción no termina encarcelando al corrupto sino mirando atentamente nuestra propia vida, donde a veces anidan comportamientos potencialmente corruptos: como saltarse el lugar en la fila o aprovechar una amistad para lograr un privilegio. En definitiva, La corrupción comienza en lo cotidiano e invade la vida

 

Esta lucha interna entre el bien y el mal se ve muy bien en la película “Entre dos aguas”. Isra es un gitano que sale de prisión con el deseo de recuperar a su mujer y a sus hijas. Su búsqueda de redención y la necesidad de ordenar su vida, marcan esa batalla constante de su libertad: elegir un camino sencillo y humilde con su familia o arriesgar su vida con el tráfico de drogas para darles una vida de lujo.

 

Otras películas de la Sección Oficial del Festival

 

En cuanto al resto de las películas de la sección oficial caben destacar las siguientes. La película china “Baby”, de Lui Jui nos presenta una historia humana de enorme valor y a favor de la vida, pero nos la muestra con un retrato algo suavizado, aunque duro, de la realidad china actual. Con la americana “Beatiful boy” protagonizada por Timothée Chalamet (“Call me by your name”) nos cuentan la dura historia de un joven drogadicto y el amor incondicional y misericordioso de su padre. Lástima que la película desemboque en un panfleto informativo y no en una historia humana bien narrada. Con “Blind Spot”, una película noruega rodada en un solo plano secuencia, destaca la actuación de su protagonista (Concha a mejor actriz) ante una realidad tan dura y difícil de comprender como el suicidio juvenil. Interesante cómo no aparece lo religioso en ningún momento; como si fuera, quizás ese factor olvidado a la hora de interpretar una realidad como esa. Interesante también la película francesa “Un hombre fiel”, en donde vemos cómo el amor verdadero vence a la pasión desenfrenada. Contada de forma ligera, resulta una película fácil de ver con un guion interesante escrito por el mismo actor protagonista. Con “Quién te cantará”, de Carlos Vermut (“Magical Girl”) vemos cómo una cantante de éxito pierde la memoria y una fan acérrima la ayuda a recuperarla. Aunque interesante y arriesgada técnicamente la película termina maltratando a sus personajes, lo que dificulta la digestión final del metraje. Y ,por último, “Visión” de Noami Kawase y “Yuli”, de Icíar Bollaín. En la película de la japonesa Kawase nos adentramos en el tema del valor de la naturaleza y del descuido imperdonable de la acción humana sobre el planeta; aunque panteísta y confusa en su segunda parte, la película es una ocasión bonita de encuentro con la New Age, al menos, en su coincidencia de la preocupación sobre el planeta que comparte el Papa Francisco. Y “Yuli”, es la historia de un bailarín que, aunque conmueve y emociona, abusa quizás de usar el género documental sobre todo en su parte final. Aunque eso la hace interesante a nivel de guion, la película pierde cierta fuerza y emoción por ello.

 

Nota final: ¿dónde está el abrazo real y sincero?

 

De “Cold War” de Pawlikowski a “El Show de Truman”

 

Una de las mejores películas del año que mostró en la sección de Perlas del festival. No solo a nivel formal, por tener una fotografía excelente y una dirección clásica que enamora, sino porque plantea una de las preguntas más importantes: ¿qué es lo que perdura en el tiempo y es verdad siempre?

 

“Cold War” nos cuenta la historia de amor entre dos personas de diferente origen y temperamento, que, aun siendo incompatibles, se enamoran en medio de la Guerra Fría. Él tiene el encargo de formar un espectáculo que recoja el folklore y la cultura polaca; y ella será una de esas voces tan especiales que hipnotizan. Muy interesante cómo el comunismo utilizó los cantos tradicionales para hacer propaganda ideológica.

 

El director es el polaco Pawel Pawlikowski, que ganó el Oscar por la fabulosa “Ida” (2013). En Cannes, Pawlikowski dijo que hoy en día hay demasiado ruido para enamorarse, y no nos enteramos de que el resto del mundo existe. La historia de amor de esta película recuerda a la memorable “Casablanca” (1942) por darse en medio de un conflicto bélico; de alguna forma esta película plantea que estamos hechos para un amor capaz de atravesarlo todo. Hoy en día, la tecnología nos tiene distraídos, el consumismo nos confunde y no sabemos cuidar las relaciones; qué mal se discute y qué poco se pide perdón. La guerra, dice el propio director, no es más que un reflejo de los obstáculos que toda relación tiene que superar.

 

Ante la aparente falta de optimismo de “Cold War” o de “Ida”, existe una pregunta vital que late en ambas historias. Pregunta que también le afloró a Jim Carrey en la imprescindible “El Show de Truman” (1998). Truman es un hombre normal y corriente que descubre que todos sus amigos son actores, toda su ciudad un plató de televisión y toda su vida está siendo emitida como el reality más ambicioso de la historia. Tarde o temprano nos ocurrirá a todos lo mismo. Diremos como Truman: “Basta ya de tanto postureo, ¿dónde está lo real? No me interesa tener un millón de seguidores en Instagram o Twitter, ¿dónde está el abrazo real y gratuito?”. Otra película interesante de la sección Perlas (fuera de concurso) es la española y opera prima “Viaje al cuarto de una madre”.

 

No se las pierdan.

 

@caguileralbesa

Foto: Paula López Gallego

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