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Das Boot: El submarino

Tras el éxito obtenido en 1981 por Wolgang Petersen, Bavaria films –la productora alemana que realizó la primera adaptación de la novela homónima- se lanza con una serie de televisión para AMC, aunque difundida también por Movistar Plus. Basada en dos novelas de Lothar-Günther Buchheim (Das Boot, 1973 y Die Festung, 1995), la serie expande el universo narrativo condensado en el filme, alejándose no obstante de la premisa inicial. De hecho, el argumento arranca en el punto donde terminó la película de 1981. Mientras que la película de Petersen contaba las horas dramáticas vividas por la tripulación de un submarino alemán durante la II Guerra Mundial, la serie de Prochaska explora dos caras más mitificadas de la Guerra, como lo fueron la acción de la resistencia francesa y las acciones de espionaje británico para interceptar “Enigma”, el código secreto de comunicación del Ejército alemán: una vez, descifrado, el Gobierno británico jugó con las misiones durante la Guerra, desgantando con una estrategia de despiste a los alemanes. En ese contexto de “desciframiento” se enmarca la trama claustrofóbica del hundimiento del submarino.

Además de proponer como premisa de la historia las consecuencias de haber descifrado el código “Enigma”, la película de Petersen resulta más sintética, más bélica y menos romántica que la serie.   El tema de fondo es recurrente y esencial para entender el cine alemán de posguerra, perfectamente dibujado en, por ejemplo, Die Brücke (El puente, Wicki, 1959), con el reclutamiento de adolescentes para la defensa de un puente: se plantea así la tesis sobre el suicidio alemán de los últimos meses de la contienda, pues en el caso de Das Boot, la tripulación es llevada a la muerte bajo la consigna de cumplir órdenes. En ese sentido, resulta interesante estudiar la revisitación aligerada del tema que se produce a través de la serie. Por un lado, la serie de ficción plantea un cambio de contexto histórico y el significado del hundimiento del U-96. De hecho, al empezar con una escena del hundimiento y no recrearse en la tragedia vivida en su interior, se propicia un cambio de género: nos encontramos ante un melodrama bélico, donde el conflicto principal se sustenta sobre el grado de adhesión de las relaciones de lealtad de los alemanes. Por ello, el retrato psicológico de los militares se circunscribe al perímetro de su libertad de conciencia.

Por otro lado, algunos de los tópicos que definían la antigua interpretación de la II Guerra Mundial, tales como el retrato maniqueo de las SS o de los Nazis, se ven abandonados al eliminar al bando opositor: sólo existe el Ejército alemán y sus relaciones con la población civil. Este cambio de mirada tiene consecuencias importantes. Por ejemplo, consolida las aportaciones de las jóvenes generaciones de directores alemanes (tanto en cine como en televisión) que están sometiendo la Historia de su país a una reinterpretación activa de las causas y razones de la IIGM. En algunas de estas aproximaciones, como la que presenta la controvertida mini-serie Unsere Mütter, unsere Väter (Hijos del Tercer Reich, Kadelbach para ZDF, 2013), se tiende a mirar con conmiseración a los protagonistas del bando alemán. Quizá cabe preguntarse si, tras este giro interpretativo que ha generado un gran debate público, no se encuentre la necesidad de construir un relato con el que mitigar una culpa infinita, por los desastres sucedidos o sencillamente la necesidad que tiene toda nación de dar sentido (y quizá alguna justificación) a la memoria de sus padres, transformándolos en víctimas o restándoles responsabilidad en los crímenes producidos.

Además del cambio en el punto de vista, la novedad de este remake televisivo respecto de su análoga es que dentro de la trama sobre la resistencia francesa en La Rochelle incluye temas de la agenda de lo políticamente correcto como es la exaltación de la mujer liberada sexualmente, en su papel más activista y transgresor. Con ello, la acción se divide en dos escenarios complementarios: la clandestinidad y el submarino, principalmente. No todo sucede en alta mar ni todo es protagonizado por hombres; pero, también pierde credibilidad documental en la medida en que “esas mujeres” (Simone Strasser y Carla Monroe) aparecen disfrazadas de intenciones y motivaciones extrañas al rol del momento. Esta trama tan sólo abunda en la finalidad por conectar  el espíritu telenovelesco con la sensibilidad actual. Si bien, tratando de diferenciar posturas, convicciones y actuaciones dentro del ejército alemán, se humaniza a sus miembros, en la serie no queda claro el signo moral de la guerra: estrictamente, salvo en la caratula, Hitler no aparece ni mencionado ni evocado. En cambio, y en contraste con esa debilidad, se agradece la presentación de personajes que “dudan de sus convicciones”; que estarían dispuestos a cambiar el orden de los acontecimientos, si pudieran, por luchar por la dignidad de los prisioneros, de la población civil y de los mismos soldados. Este “nuevo tono” sólo indica ese cambio de mentalidad que se está produciendo en la sociedad joven y que apunta, por un lado, a la descriminalización de algunos personajes y a la compasión hacia las víctimas del III Reich.

Gran parte de la verosimilitud de la serie se basa en cómo han recreado el entorno y los medios militares que han usado. Sin embargo, como pago a su “actualidad”, realiza algunas concesiones a la galería, en materia de violencia -más justificables, si cabe- y puntualmente, al erotismo, sin justificación posible. Está claro que falta el recurso a la elipsis elegante de las viejas películas bélicas. Por último, destaca también el espíritu europeísta con el que está contada: uno de los detalles que remarcan el interés por reunir a europeos en un conflicto europeo es el uso de los tres principales idiomas de la Unión Europea, según la procedencia de los personajes: el inglés, el francés y el alemán (la serie está grabada originalmente en estas tres lenguas). Pareciera que este recurso es más una apuesta por apelar a la solidaridad de los jóvenes europeos actuales y estimular su idea de conservación y convivencia que un mero efecto estilístico.  Frente al niño alemán en Die Brücke, que, tras perder la razón y matar a un compatriota por desobedecer las órdenes, grita “¡Había que hacerlo, había que hacerlo!, estos nuevos héroes del universo bélico parecen preguntarse si hay alguna razón para matarse los unos a los otros. La serie plantea preguntas importantes a través de su subtexto.  Por ello, hay que estar atentos.

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