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El nido

Crítica

Público recomendado: +18

La actualidad parece concebida para acumular debates entorno al ser humano y los límites de la propia libertad individual: desde el aborto hasta la eutanasia, pasando el cultivo de células madre y la inseminación artificial. Estos acalorados temas han polarizado a la población de forma radical, sin la posibilidad de encontrar un punto de encuentro aparente (los está habiendo, aunque poco aplicables a la generalidad). Uno de los temas que más ha calado en el presente es la polémica gestación subrogada, es decir, los vientres de alquiler. Moral y éticamente es una cuestión espinosa, defendida por muchos y condenada por otros, pero lo cierto es que es una realidad que cada vez más personas practican. ¿Cuándo empieza y acaba la libertad del ser humano con su propio cuerpo? ¿Qué derecho tiene en poner su cuerpo a disposición de otros, como si este se tratase de un inmueble? En el mundo de la ficción, caer en tópicos amarillistas y superficiales es escandalosamente sencillo, más aun cuando tratamos los temas anteriores y que entrar a valorar la libertad del ser humano en su dimensión ética y moral. Sin embargo, y para sorpresa de muchos, la presente ficción televisiva evade todos tópicos y se presenta como un interesantísimo estudio humano, que nos bandea y remueve, pero siempre tratando al espectador con respeto y sin aspavientos de superioridad moral.

La serie nos presenta a unos padres que, tras años intentado ser padres, decides acudir al servicio de los vientres de alquiler y contactan con una joven que acepta ser la portadora del futuro bebé. La serie también entra a analizar uno de los factores que, muchos, se dejan en el tintero a la hora de hablar de la gestación subrogada: la diferencia de clases. La pareja es una familia acomodada que vive en a las afueras en una lujosa casa; la joven vive en los suburbios de Glasgow y posee unos bienes más bien humildes. Por tanto, como es de imaginar, la confrontación entre ambas visiones va a ser un punto fundamental en la trama y sin entrar en simples y facilonas demonizaciones. De hecho, la complejidad argumental es muy rica en matices y la construcción de los personajes: nadie es inocente, ni excesivamente malvado, ni excesivamente benevolente. Son seres humanos, con sus errores, aspiraciones y bajezas, donde los vaivenes de los acontecimientos nos dejan entrever la personalidad de cada personaje, muy bien construido e interpretado.

La serie nos hace reflexionar sobre el sentido de la culpa, el pasado, la familia y, sobre todo, el poder del dinero. ¿Tiene el ser humano un precio? ¿Es legítimo que cualquier con la posibilidad de hacerlo, pueda alquilar el cuerpo de una persona con fines meramente mercantiles y mecánicos? Desde luego, la serie no deja indiferente al espectador y le propone una dura reflexión sobre cómo en la actualidad se está produciendo una devaluación del ser humano en pos de una visión superficial, vana y muy preocupante que lo convierte en un mero trozo de carne.

En resumen: una buena serie que hace que el espectador reflexiones, que lo trata con el respeto que merece y que no se dirige a argumentos facilones y mil veces vistos. Rica en matices y en personajes con personalidades bien dibujadas, evita los simplismos y ahonda en el fondo de cuestiones morales y éticas actuales.

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