1. En su último film se ofrece una mirada agridulce sobre la juventud. Por un lado las protagonistas están llenas de buenos deseos, inteligencia y voluntad; pero por otro, tienen experiencias duras de soledad y confusión. ¿Qué imagen tiene usted de la juventud americana? ¿Cree que sus personajes se sentirían cómodos en la Universidad actual?
Tengo una impresión muy positiva –gran parte de nuestro equipo acababan de salir de la universidad y eran gente admirable. Quizá estos jóvenes sean excepcionales, pero quizá los que hacen cine y televisión quieran dar una impresión que refleje más la experiencia maldita de mi generación que lo que domina hoy en día. Pero tengo que decir que he decido no asistir a las fiestas de los jóvenes de nuestro rodaje para no decepcionarme demasiado.
La perspectiva de nuestras Damiselas es hacer sentirse cómodas en la Universidad actual, y menos cómodos a los jóvenes “bárbaros”, o más bien reformarlos. En la película lo consiguen –es una fantasía.
2. En sus películas los diálogos tienen tanta importancia como lo visual. Unos diálogos ágiles e inteligentes, que recuerdan a Woody Allen o Ingmar Bergman. Eso delata la importante formación literaria de Usted. ¿Cuáles son sus fuentes literarias más significativas?
Con el tema universitario de Damiselas en apuros yo tenía el lujo de poner los antecedentes literarios directamente en la película en el contexto del curso de Profesor Ryan. En la pizarra del aula, detrás de él, están los nombres de Jean Austen, Evelyn Waugh, Thomas Love Peacock, Oscar Wilde y el gran Samuel Johnson, el “Doctor Johnson” de la famosa biografía de James Boswell. Quizá el descubrimiento de este libro y este personaje salvó mis estudios universitarios. No hace falta mucho. Pienso que la obra de Jane Austen, que admiro enormemente, sale del mundo intelectual que Johnson había hecho mucho por crear.
3. El espectador se debate entre identificarse con Violet, la líder carismática del grupo, y Lily, que llega casi como una observadora convencional. Violet es más idealista ¿No cree usted que en EEUU será más fácil que el espectador se identifique con Violet, y en Europa, más escéptica, con Lily?
¡Espero que no! Me ha sorprendido mucho cómo tantos espectadores estadounidenses se han identificado con Lily -un personaje finalmente mediocre a quien casi detesto-, y no con Violet, quien considero admirable. Hay gente que le gusta que la película requiera para ellos hacer un “viaje” que les lleve a identificarse con Violet. En este caso ha ido lo mejor en Francia, y espero que pueda ocurrir lo mismo en España.
4. ¿Por qué se le ocurrió hacer esta película? ¿Qué motivaciones de fondo le llevaron a hacerla?
Cuando yo estaba en la universidad me sentí bastante solo. Era la locura de finales de los años sesenta y principios de los años setenta. Un grupo de nosotros había empezado buscar refugio en la literatura, cultura e ideales de un pasado un poco lejano. Pero pienso que lo bueno de la cultura no debe ser olvidado nunca -y no es que haya tanto. Lo que es bueno, hay que conservarlo. Y puede ser actual. ¿Por qué no?
Doctor en Humanidades por la Universidad CEU San Pablo y licenciado en Filosofía por la Universidad Pontificia Comillas. Profesor Adjunto de Narrativa Audiovisual en la Universidad CEU San Pablo y director del Servicio de Actividades Culturales de esta Universidad. También es miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC), Director del Departamento de Cine de la Conferencia Episcopal Española y Tesorero de Signis-España. Actualmente colabora en varios programas de la cadena COPE y en 13 TV, donde además dirige y presenta El cineclub de TRECE que se realiza con el CEU. Dirige la revista digital de crítica de cine Pantalla 90. Crítico de cine del semanario Alfa y Omega, del diario digital El Debate de Hoy, de Aceprensa y de la revista Crítica. Director de la colección de cine de Ediciones Encuentro. Autor de diversas monografías.