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Hernán

Crítica

Público recomendado: +18

Tenía que suceder tarde o temprano. Quizá haya sido a raíz de los fastos conmemorativos del Cincuentenario de la conquista de la ciudad de México (el “Tenochtitlan” de los mexicas). Pero algunas productoras se han lanzado a contar la Historia de España y el Nuevo Mundo. De entrada, no parece una empresa fácil, dadas las suspicacias generadas alrededor del tema, por ejemplo, la fácil concesión a la galería que supondría adoptar la perspectiva de la “leyenda negra”, según la cual la hispanidad y sus hechos han de avergonzarnos. Sin embargo, el trabajo realizado, entre otros escritores, por María Elvira Roca Barea -con Imperiofobia y la leyenda negra, un bestseller literario muy bien documentado y aguerrido en los argumentos- ha allanado un camino difícil y poco transitado, usando argumentos que pocos se atrevían a usar. Porque como Roca dice amargamente en el libro citado: “No importa lo que la Inquisición y la conquista de América fueran en sí, sino cómo han llegado a significar lo que una y otra representan en la cultura occidental” (203). En este caso, el gigante de Amazon Prime Vídeo se ha lanzado sin complejos a explorar otra interpretación. Parece increíble pero ha respaldado dos proyectos sobre el mismo héroe y el mismo acontecimiento: de Hernán, ha comprado los derechos de distribución y de Cortés, está financiando la producción de una mini-serie de cuatro capítulos, con Javier Bardem como protagonista, que no verá la luz hasta finales de 2020. Estaremos pendientes del estreno para saber qué historia nos cuentan.

 

De momento, el proyecto que sí ha ganado la atención del público es Hernán: una serie de ocho capítulos producida por la productora mexicana Dopamine (del grupo Salinas) en colaboración con la española Onza Producciones. En la productora mexicana se nota la presencia de la productora ejecutiva Amaya Muruzábal -pamplonesa y antigua alumna de Fcomunav- quien ha logrado que su idea original se haga realidad con bastante acierto. Es de agradecer que la serie haya planteado un enfoque muy equilibrado de los sucesos históricos, a costa de perder por momentos en epicidad y de ganar, por otra parte, en realismo. En cualquier caso, la serie parece bastante fiel a la memoria de los acontecimientos narrados por el propio Cortés en sus Cartas de relación, documento indispensable para contextualizar la época, el pensamiento de los españoles y, por supuesto, las vivencias sintetizadas de aquel puñado de hombres que alcanzaron Tenochtitlan, venciendo, en primer lugar, el horror ante el espectáculo de las “guerras floridas”, con los sacrificios humanos y toda una parafernalia casi inenarrable aquí y, en segundo lugar, liderando una batalla sin precedentes.

Respecto a la narrativa, la estructura del guion abusa de los flashbacks quizá innecesarios pues se pierde tensión dramática y se sucumbe al desorden de unos hechos a veces demasiado cercanos en el tiempo.  La cronología real de los acontecimientos habría sobrado como para dar intensidad y un contexto suficientes a los hechos belicosos que se narran. Asimismo la serie pierde a veces verosimilitud por esa querencia de los actores a no trabajar suficientemente las maneras, los modismos, los hábitos y las costumbres, que son parte de la historia de los pueblos y no un mero adobo que le logre con disfrazarlos de personajes de época.

En cambio y por fortuna, también domina la escena la presencia de los actores que dan vida a los pueblos indígenas que se aliaron a la expedición de Cortés muy oportunamente, para poner en práctica una venganza ancestral. Entre ellos, destaca, en especial, la actriz Ishbel Bautista, quien encarna a “la Malinche” -Marina tras ser bautizada-, la conocida intérprete y consejera de Hernán Cortés durante sus expediciones. En lo que respecta a la selección de los exploradores españoles, es, en líneas generales, fallida: Óscar Jaenada es el caso más crítico, empañando el conjunto de la serie en el papel protagonista. Demasiado sujeto a su interpretación del gran Camarón, a Jaenada se le queda un poco grande Cortés, como la realidad de aquellas tierras, sin demasiado lucimiento en la escena.

 

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