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La directora

Crítica

Público recomendado: +16

Uno de los sectores más castigados por la nueva cultura de la imagen es sin duda el universitario. Muchas voces académicas se han alzado para denunciar nuevas prácticas de organización y gestión del mundo universitario, al parecer, heredadas del mundo del marketing. Por ejemplo, entre ellas se encuentra la necesidad de velar por la reputación por una cuestión de imagen pública o la de medir al profesorado, según su productividad. Rankings, discurso público, imagen de marca, disolución de la identidad universitaria…Estos males internos con denominación específica están muy asentados ya en el mundo anglosajón, donde no parece que encuentren modos de combatirlos desde dentro. Quizá la solución requiera valor y provenga necesariamente de una cura social. El enemigo no solo está dentro, sino que exige cambios a la universidad desde fuera. Sin embargo, es relevante saber que la enfermedad de la universidad interesa también a los “no universitarios”. El ejemplo de esto es que se convierta en la premisa de una serie de Netflix, como es el caso. Si cae la universidad, cae la civilización, parece.

Sin abogar directamente por un modelo puro o esencialista de universidad, esta serie plantea con humor un escenario donde suceden cosas ridículas y tremendamente crueles. Aunque la trama se sitúa en una universidad canadiense, Pembroke, los mismos síntomas de enfermedad que muestra se perciben con distintos pelajes en otras latitudes, como si de la piel de un camaleón se tratara. Cortesía del mundo globalizado y del multiculturalismo. La serie está compuesta de seis capítulos de 25 minutos cada uno. Pero no es una sitcom al uso. Está rodada como una dramedia muy bien producida, modesta y sintética, cualidades que la hacen jugosa y amable. El guion es ágil e ingenioso, con lo cual el humor es inteligente, sin necesidad de producir la carcajada o de explicitar los chistes: se prefieren la ironía y el sarcasmo antes que un grosero modo de olvidar. Hay que reflexionar para bien o para mal, evitando el desprecio.

Amanda Peet y Annie Julia-Wyman son las creadoras de este formato innovador. Pero la serie la ha dirigido Daniel Gray Longino, que, pese a su juventud, cuenta ya con una dilatada carrera como director de series que le avala profesionalmente. En la producción se encuentran el mismísimo David Benioff junto con D. B. Weiss, más conocidos por la mega producción de Juego de tronos (HBO, 2011-2019). Esta combinación suena extraña, ¿cierto? La serie también sobresale por el muy estimado elenco de actores entre los que se encuentran por orden de protagonismo: la excelente actriz Sandra Oh en el papel de la recién elegida directora (la recordarán por su papel en la comedia negra de espionaje Killing Eve, BBC America, 2018-2020); un encantador e impresentable profesor Jay Duplass (más conocido por su faceta como director); David Morse, quien representa a un decano muy inclinado al pragmatismo y el posibilismo (como estupendo actor, ha sido muy polifacético en sus interpretaciones); la veterana Holland Taylor, en el rol de profesora senior que sufre la degradación al llegar a la vejez, pero que se presenta como una divertida y tenaz luchadora (su cara es una habitual de las series de tv) y por último, mencionar a Bob Balaban, que está sencillamente brillante representando a los profesores de la vieja escuela: entre la dignidad y la inadaptación. Aunque menos conocidos, merece la pena destacar a los actores Every Carganillas, que hace de la hija adoptada de la directora y a Nana Mensah, representando al colectivo multirracial y femenino que logran alcanzar grandes posiciones en la universidad, como un claro ejemplo de la lucha por la igualdad.

Como se ve por la descripción de los roles de algunos personajes de la serie, la cultura de la cancelación, los feminismos, las jubilaciones anticipadas para los “dinosaurios”, los profesores-estrella y los profesores anticuados, el nominalismo en las materias, y la universidad como empresa con ánimo de lucro son los temas que dominan esa cara que va mostrando la institución por la presión ejercida por el colectivo estudiantil. En la serie, la tónica general es la de mostrar a un profesorado acorralado por las demandas, denuncias, malinterpretaciones y reivindicaciones agresivas de los estudiantes empoderados. Como conclusión inteligente, la serie propone dos ideas: la solución siempre ha de ser creativa con ayuda de la justicia poética y la apuesta por acogerse a la propia conciencia como guía, al menos, personal de la libertad.

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