Ayer, día 2 de octubre, se entrenó en Barcelona el documental “La misión tzeltal” dirigido por Josep Lluís Penadès y producido por Manos Unidas.
La participación del director y de Pepe Avilés desde la misión jesuita de Bachajón ofreció cercanía y autenticidad a un documental que transmite vida y utopía.
En primer lugar, es un excepcional documento antropológico para conocer las condiciones de vida, realmente sencillas, de los indígenas tzeltal y su lucha por conservar la tierra frente al gobierno mexicano y las multinacionales. Desde la orilla europea asombran las condiciones de vida extremadamente pobres que contrastan con la riqueza de ilusiones y vida comunitaria de las personas. En este sentido, una lograda confluencia de imágenes descriptivas y entrevistas ilustrativas nos permite hacernos cargo de su realidad. Tras ver el documental reconocemos la fuerza de sus razones por conservar un estilo de vida, la lucidez de sus medios como una fábrica de café con fuerte incorporación tecnológica o el montaje de una radio, la convicción madura de los indígenas en la defensa de su lengua y de sus tradiciones así como la fuerte implicación de las mujeres y los jóvenes como sectores de consolidación y futuro. Desde la perspectiva europea el documental plantea importantes cuestiones de fondo de nuestro estilo de vida ligado al consumo, las consecuencias de la desmovilización del individualismo o la ausencia de utopía en la mirada hacia el futuro. Emerge, pues, en el espectador una percepción de la dignidad de los indígenas tzeltal y del valor de su lucha, que pasa incluso por una ley seca sobre el consumo de alcohol, y que nos plantea la cuestión sobre desde dónde puede venir hoy la esperanza.
En segundo lugar, el documental es una excepcional mirada a la presencia de la iglesia. Una mirada que se sitúa desde la confesión agnóstica del director que va introduciendo en off su voz para acompañar el documento desde sus experiencias y vivencias. La comunidad de jesuitas es un ejemplo de inserción en la realidad de los pobres, de las periferias del mundo, y de inculturación en el pueblo que acompañan y del que ya son parte. Los padres jesuitas han realizado una lectura a fondo de su presencia desde la encarnación en la tierra y el pueblo que la habita. Han trabajado por recobrar sus orígenes en la lengua y las tradiciones realizando una actualización las misiones jesuíticas guaraníes conocidas como reducciones que se plasman de forma más poética que documental en “La misión” (1986) de Roland Joffé. Las entrevistas logran trasmitir el sentido de comunidad cristiana y la profunda opción creyente de las miembros de la misión que incorpora a laicos muchos de ellos jóvenes que dan futuro a la presencia emprendida. Siendo especialmente significativa la teología del cuidado de la tierra identificada con la perspectiva bíblica de la creación, las tradiciones de los pueblos mayas y la implicación ecológica y ambiental.
También se percibe en los padres el desgaste por la exigencia cotidiana, su fuerza espiritual y la elaboración comunitaria del proyecto común. Con la lucidez para mantener la crítica y la colaboración con el movimiento zapatista, la denuncia de los maquillajes electorales del gobierno y la lucha, compitiendo desde el comercio justo, con los intereses destructores de las grandes corporaciones.Todo un referente que autentifica el valor del Evangelio, como llega a constatar el propio documentalista.
Desde el punto de vista crítico algunos aspectos mejorables, como la incorporación más significativa de la música autóctona, la confianza un poco excesiva en la palabra en detrimento de las imágenes que hubieran podido mostrar más, no solo las duras condiciones, sino la belleza de la tierra y los rostros. Esto último, probablemente provocado por la limitación de los medios técnicos.
En resumen, una excepcional apuesta de Manos Unidas en la línea de la concienciación a través de la producción audiovisual. Una gran tarea del documentalista Josep Lluís Penadès que se acerca con una mirada humilde y lúcida a una realidad que termina por admirar. Y un testimonio significativo y esencial de los indígenas tzeltal y de la comunidad de jesuitas que les acompañan como germen de esperanza. En definitiva, una mirada inquietante para los que estamos en la otra orilla.
Peio Sánchez
Pertenezco a las comunidades Adsis. Soy sacerdote y profesor de teología. Me especialicé en Ciencias de la Educación (Educación Audiovisual) en la Universidad Pontificia de Salamanca e hice el doctorado en Teología Dogmática en la Salesiana de Roma. Doy clases de Antropología Teológica en el Instituto de Ciencias Religiosas “Don Bosco”, El ISCREB y en la Facultad de Teología de Catalunya. Dirijo de Departamento de Cine del Arzobispado de Barcelona y la Semana del Cine Espiritual. Me han pedido que colabore con SIGNIS-España de la que soy vicepresidente. Y para el final lo mejor, soy párroco en un barrio muy sencillo de Barcelona que se llama el Carmelo.
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