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Series TV: Love, Death + Robots

Crítica

Público recomendado: Jóvenes-Adultos

El pasado 15 marzo, la plataforma streaming Netflix estrenó una de sus apuestas más arriesgadas y ambiciosas del año: Love, Death + Robots, una serie de animación antológica creada por Tim Miller (director de Deadpool) y producida por el aclamado director David Fincher (El club de la lucha, Seven…). Para aquellos que no estén familiarizados con el término, una antología es un conjunto de capítulos con historias independientes, con un cierre y un fin, sin relación a los capítulos siguientes: véase American Horror Story o American Crime Story (aunque en este caso hablamos de temporadas antológicas). La serie nos sumerge en un fascinante universo donde las maquinas han cobrado vida y alma, los seres mitológicos son tan tangibles y peligrosos como los mortales; un mundo, en su mayoría oscuro, deprimente, cargado de un fuerte crisis existencial del ser humano y su papel en el Universo; un mundo violento, sin contemplaciones, lleno de sangre, sudor, aceite y válvulas mecánicas. Una mezcla de géneros y tonos que definen una de las producciones más singulares y visualmente impactantes de Netflix, definida como una suerte de unión entre el impactante film de animación Heavy Metal y el universo de Moebius en su saga de comics Metal Hurlant.

Comedia, horror, suspense, romance… todo ello en un envoltorio de sci-fi y cine negro que destila elegancia por los cuatro costados. La serie está formada por 18 episodios que oscilan entre los 5 y los 18 minutos de duración. Cada capítulo presenta la trama con una animación diferente al anterior, por ello encontramos animación en 3D, en 2D, rotoscópica, dibujos afines al cómic, a los videojuegos… Un amplio catálogo de animación muy bien hecha y estimulante. Mucho de los capítulos se centran en naves espaciales, viajes que acaban en el lugar menos esperado… Otros tratan antiguos mitos y reformulan momentos históricos… Otros son pequeñas sátiras presentadas bajo un halo de humor negro… Y una última categoría que se sitúa por encima del resto al plantear cuestiones realmente trascendentales y de calado espiritual. Es en esta última categoría donde centraremos nuestra atención, atendiendo a tres episodios: Three Robots (episodio 2), The Witness (episodio 3), Zima Blue (episodio 14).

Three Robots es el episodio más amable, a la par de amargo, de la serie. Una pequeña sátira donde tres robots hacen turismo por un devastado mundo sin humanos y charlan sobre la raza humana. La cuestión es tan vigente como preocupante, pues el capítulo es una alerta de lo que el ser humano hace con los medios naturales de los que dispone y su papel en el mundo: en cierta medida, nos creemos dueños de la creación, con la suficiente capacidad para domarla y alterarla a nuestro antojo y placer. Un pensamiento erróneo que puede tener graves consecuencias. Con semejante premisa y una animación muy bien trabajada, el capítulo se las arregla para ser una mordaz sátira en clave de humor ácido e irreverente.

The Witness, además de ser uno de los episodios visualmente más elaborados es también un ejemplar neo-noir cargado de suspense. El eterno retorno y circulo existencial del ser humano, que yerra una y otra vez, es uno de los temas centrales que desarrolla una aparentemente sencilla trama: una mujer es testigo de un asesinato y se ve perseguida por el agresor. Agobiante y realmente conseguido, el creador del corto es también el encargado de la animación de Spider-Man: Into the Spider-Verse, lo que puede explicar que su estilo de animación sea tan parecido. Algo sórdido y violento pero maravillosamente bien armado.

Zima Blue no es solo el mejor episodio de la serie: es una joya de la animación y un nuevo hito en el mundo del cine. Una historia tan compleja que va desde la relación de Dios con el mundo, nuestra visión del propio “creador” y la psique de un ser superior. La historia de un pintor que osa situar en el centro de sus creaciones un pequeño recuadro azul evoluciona y avanza hasta atrapar por completo al espectador en una reflexión teológica sobre lo que consideramos que es Dios: cuál es su papel en el mundo, qué hace con nosotros. O qué hacemos nosotros con él. Al final, le reflexión es tan simple y maravillosa que nos fascina por completo la complejísima forma de llevarnos hasta un desenlace sutil y hermoso.

La serie, en general, no mantiene la tónica en todos los episodios: algunos sencillamente son entretenidos, piezas destinadas a un consumo rápido que aligeran la serie. Otros se desmarcan como piezas pulp más propio del exploitation y el cine grindhouse, camuflados bajo una apariencia de pieza de primera por su lujoso envoltorio. De esto se supone que la serie contiene escenas de violencia duras, algunas muy fuertes, aunque no llegan a un nivel escandaloso de violencia gratuita desmedida. Sin embargo, la serie ha causado un gran revuelo en las redes sociales y es actualmente uno de los fenómenos streaming más destacados del panorama cinematográfico.

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