Crítica:

Público: Adultos

La saga de James Bond vive uno de sus mejores momentos gracias a la aportación creativa de Sam Mendes y a una constante adaptación a las tendencias del momento.Spectre continúa la línea de su antecesora Skyfall y profundiza aún más en los orígenes del agente secreto más famoso de la historia, James Bond.

El arranque de la película mantiene el ritmo trepidante acostumbrado de la saga, en un día de los muertos del bello México D.F. , donde James consigue la primera prueba real de Spectre: la organización secreta más poderosa del planeta. Mientras tanto en Londres se fragua una reunión con las potencias más importantes del mundo, con la intención de compartir toda la información secreta en un mismo lugar.

Ambas tramas se van desarrollando con precisión y maestría ofreciendo un producto de entretenimiento de cierto nivel que, aunque intenta no repetir esquemas, termina desembocando en lagunas comunes, por otro lado, necesarias para construir el personaje de James Bond: su “justificada” forma de tratar a las mujeres debido a un amor del pasado (Vesper), una actitud fría y calculadora capaz de juzgar objetivamente y con precisión cada circunstancia, una salud y fuerza que parecen sobrehumanas, un humor muy característico y una elegante y poderosa presencia varonil.

Pero James, funciona mejor como “mito” que como referente o modelo a seguir, especialmente por su carácter frívolo e inverosímil. Su oscuro pasado, muy presente en las películas de Craig/Mendes, lo acerca estéticamente a Bruce Wayne (Batman) y su actitud provocadora y siempre vencedora, evoca al héroe por excelencia, Superman. Cada época tiene sus propios mitos y en la que nos toca vivir, son héroes (o superhéroes) que, de alguna forma, pretenden narrar los fenómenos del momento (crisis familiar, de identidad o institucional) a través de sus aventuras, normalmente llenas de heroísmo y con moraleja final.

Skyfall, su antecesora, fue un fenómeno social y cinematográfico que la llevó a ocupar el puesto 13 en la lista de las películas más taquilleras de la historia. Por ello, los productores Michael G. Wilson y Barbara Broccoli han decidido seguir los mismos pasos para Spectre. Donde Adele ganó un oscar por la excelente canción Skyfall, ahora es Sam Smith el que abandera una canción llena de falsetes muy logrados que pueden hacerla merecedora de, al menos, una nominación a la mejor canción del año. Con una fotografía muy notable y una banda sonora de enorme calidad (en el uso del leit motiv del personaje), se logra un tono muy moderno, como ya tenían sus antecesoras.

Spectre bebe también de esa atmósfera y estética visual de la Saga Jason Bourne, que también se usa mucho en series de televisión (24), pero sobre todo mantiene viva y bien despierta la herida de un hombre, que aún siendo un “mito” con licencia para matar, tan solo desea poder confiar finalmente en alguien y, como dice el mismo personaje en Casino Royale, abandonarse en los brazos de una mujer y tratar de salvar la poca alma que le quede.

Vale la pena destacar la relevancia otorgada a personajes como Moneypenny o Q; este último interpretado por el talentoso Ben Whishaw de la excelente serie británica The Hour; que para los que hayan visto la serie sabrán de la enorme y hermosa coincidencia de relacionar a este actor justo con la palabra “Moneypenny”. Por otro lado, el personaje de Monica Bellucci podría haber tenido mayor recorrido y haber quedado algo mejor envuelto en una historia llena de tramas bien engarzadas.

Se agradece también el esfuerzo, quizás insuficiente, por tratar de abandonar el estereotipo de agente perfecto, que termina siendo plano aunque se le llene de fuegos artificiales. El lado oscuro del personaje debería estar más acompañado de debilidades y errores que hagan afloran una humanidad interesante; humanidad que quizás esté más presente en la versión literaria.

¿Es que sería tan descabellado que un “mito” se mostrara más humano? ¿es que no estamos llenos de ejemplos que funcionan tanto en la historia del cine reciente (trilogía Nolan, Jason Bourne,…) como en la del ser humano?