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La prima cosa bella

Caratula de ""

Crítica

La prima cosa bella (2010) es un homenaje de commedia all’italiana, que tradicionalmente ha sido representada por Marcelo Mastroianni y Sofía Loren. La citada película fue seleccionada para representar a Italia en la última edición de los Óscar, ganando tres David di Donatelo en la gala de nuestro país hermano.

La historia comienza en el momento en que Anna Niglioti es elegida en el año 1971 como la madre más guapa del balneario de Livorno. Un hecho que avergonzará a toda la familia, provocando, incluso, la ruptura del matrimonio. Cuarenta años más tarde, su hijo recordará su infancia y la desastrosa vida sentimental de su madre, mientras cuida a su progenitora enferma terminal de cáncer.

La dirección corre a cargo de Paolo Virzi, que saltó a la fama por La bella vita (1994), aunque nuestros lectores le recordarán por su trabajo en Napoleón y yo (2006), una cinta que se servía de la figura de un personaje histórico para plantearnos un dilema moral en una entretenida comedia.

El cineasta se nutre de las fuentes del melodrama  que puso de moda Pietro Germi con Divorcio a la italiana (1964), cuya característica principal es que recoge las costumbres tan arraigadas de la cultura mediterránea, donde se pasa de la risa al llanto sin solución de continuidad. Por cierto, Stephanía Sandrelli aparece tanto en la primera producción de ese particular estilo cinematográfico como el de la cinta en cuestión.

Por otra parte, aunque se sobreentiende la época en la que está ambientada, el autor le ha dado un toque atemporal y universal para que la película no envejezca y su mensaje perdure con el paso del tiempo. Por otro lado, se recurre al flashback para que conozcamos los momentos importantes de su infancia, que fueron los que conformaron la personalidad del protagonista masculino.

El realizador ha pretendido que reflexionemos sobre las repercusiones que tiene en los hijos los comportamientos inadecuados por parte de sus ascendentes, porque el protagonista se distancia de los ligeros comportamientos de su madre, pero reconoce que es la única persona que le ha comprendido realmente. Se puede decir que el personaje interpretado por Valerio Mastandrea va evolucionando hasta comprender que ha supuesto su madre en su vida, haciendo balance entre los aspectos más positivos y los más negativos.  Y es que podemos decir que madre no hay más que una.

Finalmente, el guión deja claro las raíces cristianas, que  impregnan a todos los habitantes de la ciudad en la que se rodó La prima cosa bella (2010), que recurren a la providencia en varios momentos de su vida. El largometraje apuesta por la vida y de manera más o menos implícita explica la función de los cuidados paliativos que impiden el sufrimiento, sin que sea necesario recurrir a la eutanasia. La protagonista en torno a la que gira la historia transmite una vitalidad extraordinaria  y, en ese aspecto, se muestra como un modelo a seguir por la entereza con la que sobrelleva la enfermedad.

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