Crítica:

Público recomendado: Jóvenes

El director Max Lemcke, que sorprendió gratamente con Casual Day, se queda muy corto en esta historia de actualidad sobre la voracidad inmobiliaria en la España reciente.

Álex y Virginia son una pareja con planes de boda, que han invertido sus ahorros en un piso en construcción en la urbanización Señorío del Mar. Pero todo es un chanchullo entre un constructor y un político que acaba en la paralización de la obra dejando a la pareja y a otras personas en la calle. Álex se empeña en ir hasta el final en la reivindicación de sus derechos y acaba sucumbiendo a la irracionalidad.

A pesar de haber obtenido la Biznaga de Oro en el pasado Festival de Málaga, y de que el tema que toca es muy pertinente, la película se queda en la superficie y no da de sí lo suficiente para un largometraje. Los trazos son muy elementales y la historia muy escasa aunque Fernando Tejero y Malena Alterio hacen un buen trabajo, la cinta flojea a medida que avanza. El resultado es muy estereotipado y eso le resta eficacia a la denuncia justa que Max Lemcke quiere hacer.