A 20 pasos de la fama

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes y adultos

Cada año surgen un número importante de documentales sobre el mundo del rock-pop-soul-r’n’b que dejan buenas vibraciones al espectador. El mundo de la música es casi inagotable.

A veinte pasos de la fama nos aporta un nuevo enfoque, iluminando a las grandes voces de las coristas de innumerables artistas como Sting, Joe Cocker, Bruces Springsteen… Es difícil que, fuera de los USA, podamos conocer el nombre de una sola corista; la distancia que las separa –y las separaban– de las grandes solistas como Maria Carey, Witney Houston, Aretha Franklin, Diana Ross, etc… es ciertamente, de más de veinte pasos.

Las protagonistas del documental se hallan en el circuito del showbiz pero ocupando muy rara vez la posición de protagonismo dionisíaco de los grandes dioses y diosas del peligroso y escurridizo olimpo del rock. Algunas de ellas llegan a tener proyectos en solitario, otras siempre tienen una carrera en segundo plano, pero estas mujeres –verdaderas artistas– logran dar una calidez y un empaque a la música que a nadie escapa. Son además, un fragmento de la historia de la música del siglo XX pues atestiguan la importancia de la música de las iglesias –negras, en su mayoría– del sur de los USA; muchas de ellas han sido hijas de pastores y la música de la comunidad ha sido fundamental en sus vidas, en sus carreras y en toda la música mainstream del siglo XX.

Gran parte de la tensión dramática de estos documentales, que deben ser algo más que una acumulación de imágenes de conciertos y entrevistas a famosos, se logra poniendo, a la vista del espectador, la dicotomía éxito profesional-vida personal. ¿Cuál es el precio del éxito? ¿Hasta dónde se puede llegar para conseguirlo? ¿Cuánto dura, si es que llega? El peligro de derivar en objeto sexual, o las exigencias de un mercado en la que las ganancias eclipsan a las motivaciones artísticas son algunos de los escollos.

Se echa en falta, cuando el interés se desplaza del éxito a la vida íntima o privada del artista, una mención más decidida de la importancia de la familia, que sí está presente, en cambio, en otros documentales como la reciente Antonio Vega. Tu voz entre otras mil (Pilar Concejero, 2014), Anvil: el sueño de una banda de rock (Sacha Gervasi, 2008) o El canto del loco: la película (María del Pilar Villalain, 2008). Quizá desprenderse del cascarón del individualismo cuesta en los USA, aun cuando, decididamente, están por la labor de romperlo.

 

 

 

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