Crítica:
Público recomendado: Jóvenes – Adultos
La historia gira en torno a Shôko Nishimiya, una estudiante de primaria que es sorda y que al cambiarse de colegio comienza a sentir el bullying de sus nuevos compañeros.
Uno de los principales responsables es Ishida Shôya quien termina por forzar que Nishimiya se cambie de escuela. Años después, Ishida busca la redención de sus malas acciones.
Dirigida por la ilustradora Naoko Yamada, y basada en el manga de Yoshitoki Ōim publicado en 2013. El cine de animación japonés continúa dejándonos sin palabras y enseñando un par de lecciones al resto de la industria sobre cómo se consigue una gran película sin necesidad de excesivos efectos o tramas complejas. A Silent Voice demuestra una gran calidad técnica y narrativa, dignas de mención.
Lo primero que nos llama la atención es el contraste entre el inicio del film y la secuencia del opening. Comenzamos con una visión sobre la vida adulta: el trabajo, las deudas, los quehaceres del día a día, y la aburrida rutina que puede acabar haciendo mella en nuestra mente y nuestro cuerpo. Sin embargo, cuando nuestro protagonista (Ishida) trata de de “terminar con todo”, el opening se inicia y nos enseña una perspectiva diferente: la niñez. En unos pocos minutos nos resume a la perfección la infancia y el poder disfrutar sin mayores problemas que terminar los deberes a tiempo para poder jugar con amigos. En definitiva, el sentirse libre. La vida parecía ser mucho más simple en aquellos tiempos, pero poco a poco nos van demostrando que incluso lo que parecía sencillo, no lo es, y es que todo tiene un por qué. Uno de los temas principales que desarrolla la película.
Sus dibujos son en 2D, y a pesar de ser sencillos poseen una gran calidad. Los primeros planos son detallados, mientras que en los planos más amplios las figuras humanas pierden cierta precisión, pero los fondos tienen mayores volúmenes y contrastes, dotándoles así de un aspecto más tridimensional. Como es de costumbre, los animaciones japonesas juegan con las tonalidades de luz y crean ambientes junto con delicada música de fondo, acompañando a la perfección los sentimientos de los personajes. Los planos y movimientos de cámara son increíblemente variados, muchas veces saliendo de lo convencional, con muchos aberrantes, profundidades de campo marcadas y todo con un ritmo pausado, pero muy necesario.
Un elemento que debemos destacar, y que llama la atención, es la comparación entre el diseño del dibujo, más “adorable”, con colores suaves y casi todos ellos siendo pasteles, y la historia, mucho más cruda e incluso reflexiva en ciertos momentos, convirtiéndola en una película bastante más madura de lo que puede parecer en un principio. Y es que al inicio del film ya nos lo dicen: va más allá del amor. No es la típica historia romántica adolescente, es una historia de superación, respeto, y amor por la vida y por uno mismo, con un trasfondo social y humano muy intenso y expresado de una manera extremadamente bella.
Sin embargo, el peso de la película reside en la mención de numerosos temas que se encuentran en la actualidad y la forma que tiene de representarlos. Hace una denuncia social sobre el acoso escolar, pero desde una perspectiva de inocencia, siempre desde la mirada de los niños, lo que conmueve al espectador y permite comprender un poco más la mentalidad del acosado, pero también del acosador. Por otro lado, habla de las enfermedades mentales, la soledad y de la crueldad humana, al igual que de nuestra conciencia, del camino hacia la redención y del propio equilibrio de la vida. Haciendo referencias al karma y a las imperfecciones que poseemos, pero siempre con un cierto tono positivo, donde deja espacio a la posibilidad de recapacitar, perdonarnos a nosotros mismos, y mejorar en nuestras acciones.
Para concluir, podemos afirmar que el film brilla por su delicadeza, tanto por los trazos de la animación como por la línea narrativa, y todo ello con una banda sonora a la altura de la historia, con suaves melodías y silencios que consiguen emocionar y hacer pensar al espectador. Una película que te hará reír, llorar, rememorar la juventud, valorar el presente, y mirar con esperanza al futuro.
Un grito a la vida en toda regla.