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Abominable

Caratula de "Abominable" (2019) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: infantil

Siguiendo la estela de filmes sobre el yeti del último año, Small Foot (Karey Kirkpatrick y Jason Reisig, 2018) y Mr. Link (Chris Butler, 2019), llega esta tierna aventura de fantasías de DreamWorks, en la que un “abominable” hombre de las nieves niño hace migas con una adolescente de Shanghái, en el estilo de otras producciones de la casa como, por ejemplo, la trilogía de Cómo entrenar a tu dragón (Dean DeBlois, 2010, 2014 y  2019). Asimismo, en esta historia son claros los ecos de la trama clásica en la que la amistad entre un niño o adolescente con un monstruo (extraterrestre o robot) sirve de excusa para una riesgosa andanza más allá de los límites del hogar, que proporciona un camino de purificación para un protagonista sufriente debido a algún acontecimiento familiar y que, en el caso que nos ocupa, es la muerte del padre.

La película dirigida y escrita por Jill Culton, guionista de Monstruos S. A. (Pete Docter y Lee Unkrich, 2001) y codirectora de Colegas en el bosque (2006), destila honestidad y buenas intenciones en partes iguales. Lo primero, porque se nos presenta sin más pretensiones que las de entretener a los más pequeños, proporcionando una experiencia que puedan compartir con sus padres y hermanos. Lo segundo, porque todo el metraje subraya la importancia de cuidar a la familia y los amigos en cualquier circunstancia, si bien su propuesta no es muy original, por no decir que en algunos tramos resultan predecible y al principio le cuesta arrancar. No obstante, estos aspectos no desmeritan el fondo de la historia, en la que también se aborda la pérdida y el poder de la música como medio sanador.

Por otra parte, es de destacar el gran atractivo visual, que en los primeros momentos de la cinta recuerdan, por su localización, a Big Hero 6 (Don Hall, 2014) y, en algún pasaje, a algunas secuencias de vuelo presentes en títulos como el ya citado Cómo entrenar a tu dragón y la ya clásica, E. T. (Steven Spielberg, 1982). Igualmente, la cinta ofrece secuencias de gran belleza como las dedicadas a la interpretación del violín, especialmente, la secuencia junto a un Buda.

Así las cosas, si bien se trata de una película en la que no hay mayores aportaciones en el terreno del cine familiar y el cine de animación en cuanto a contenido y técnica, resulta un producto entretenido para pasar tiempo en familia, gracias a los temas que trata, su tono amable, a las secuencias de acción bien planteadas y al humor, especialmente, aquel a cargo de sus personajes infantiles.

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