Crítica

Público recomendado: +18

Como ya lo hiciera en 2012 con Grupo 7, un operativo policial creado durante la Expo del 92, Mario Casas vuelve a Sevilla, esta vez para vivir el ambiente marginal y delictivo del barrio sevillano de Las Tres Mil Viviendas de la mano del director sevillano, Paco Cabezas (Invasión travesti, Carne de Neón, Tokarev…), afincado en los Ángeles, desde hace varios años.

Juan (Mario Casas: El camino de los ingleses, Fuga de cerebros, Tres metros sobre el cielo…) es un preso en tercer grado al que le concedan un permiso para asistir a la comunión de su hija. Al regresar al mundo real se percata que nada ha cambiado en las calles de su barrio sevillano de Las Tres Mil Viviendas, donde sigue campando la violencia y otra ley distinta del resto de la capital andaluza. Un hecho luctuoso, la muerte accidental de su hija el mismo día en el que celebraba su comunión, destapa un gran entramado de corrupción policial y narcotráfico. El caso de la muerte de la niña le corresponderá a la inspectora Eli (Ruth Díaz: El ciclo Dreyer, Y todo va bien, Mi nombre junto al tuyo…), que quiere ir más al fondo de los hechos, lo que la ocasiona los recelos de sus compañeros policías y sobre todo del más cercano, papel que encarna Carlos Bardem (Perdita Durango, 100 maneras de acabar con el amor, Malamuerte…). Por su parte, Juan quiere tomarse la justicia por su mano y vengar la muerte de su hija. Las investigaciones paralelas y la barriada como telón de fondo con la injusticia y la violencia proliferando en las calles es en ese escenario donde se desarrolla la mayor parte del metraje, según el guion de José Rodríguez, Carmen Jimenez y del propio director Paco Cabezas.

En suma, la venganza y la corrupción en uno y otro margen de la ley son líneas divisorias circunstanciales, según convenga a cada una de las partes, aunque en el caso de Eli su determinación le lleva a tener claro cuáles son acciones honestas y, por tanto, dignas, y cuáles no: por ahí no está dispuesta a pasar aún a riesgo de vivir una vida entre dos fuegos.

Las escenas de persecuciones y violencia están bien rodadas y se suceden en un competente montaje. También bien dirigidos el plantel actoral por parte de Cabezas, aunque la dicción en andaluz de algunos de ellos, entre ellos Mario Casas, no acaban de entenderse en varios diálogos.

Adiós, en suma, es un digno producto de acción circunscrito al cometido de la venganza, pero lo más interesante es la honradez de la inspectora Eli para mantener una posición en la que se encuentra sola y a contracorriente y que no la ahorrará las duras situaciones a las que otros intentan someterla.