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After: En mil pedazos

Caratula de "After: En mil pedazos" (2020) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

Tessa Young ya ha dejado de ser la joven inexperta que conocimos en la primera entrega de la saga (After: aquí empieza todo) y se ha convertido en una brillante estudiante universitaria de económicas y empresariales, que entra a trabajar como becaria en Vance Publishing. Allí conoce a Trevor, un atractivo compañero de trabajo, inteligente y buena persona, y entre ambos surge de inmediato una corriente de amistad.

Hardin, por su parte, sabe que cometió un enorme error y que a Tessa le va a costar mucho olvidar y perdonar, pero está dispuesto a luchar por no perder a su amada. Sin embargo, los traumas del pasado no dejan de atormentarlo en forma de horribles pesadillas y, lo que es todavía peor, lo empujan a perderse en el alcohol. El joven es quizá algo menos ridículamente chulo que en el capítulo anterior, lo cual no significa que no siga siendo un «malote» patético.

La película está basada en la segunda entrega de la saga After de la escritora estadounidense Anna Todd. La primera de ellas fue llevada al cine por Jenny Gage, mientras que la actual está dirigida por Roger Kumble. El resultado en ambos casos es igual de mediocre. Hay también algunos cambios en el reparto, pero los dos personajes protagonistas están encarnados por los mismos actores, Josephine Langford y Hero Fiennes Tiffin (hijo de la cineasta Martha Fiennes y, por tanto, miembro de una familia de actores y cineastas, Ralph Fiennes, Joseph, Sophie…). Ambos hacen un buen trabajo, aunque no suficiente para animar un producto tan carente de calidad.

A base de tópicos y lugares comunes, la trama argumental sigue los vaivenes de los dos enamorados, rupturas y reencuentros, celos y promesas de amor eterno. Lo que quiere ser una relación de amor apasionado de juventud, no va más allá del desbordamiento hormonal de dos personajes absurdamente superficiales, movidos por sentimientos epidérmicos, en un medio ambiente juvenil de sensualidad y desenfreno. La vida cotidiana de esos presuntos estudiantes universitarios se diría centrada en sexo, alcohol y drogas. Una frase de Hardin describe perfectamente el carácter de su relación con Tessa: Estamos enganchados el uno al otro con tanto placer como dolor. Realmente no da para más.

La trama argumental se complica con las subtramas de los respectivos progenitores que, como están separados ambos matrimonios, se convierten en cuatro líneas de acción, a las que hay que añadir la vida amorosa del brillante hombre de negocios Christian Vance, amigo del padre de Hardin, quien, además, tuvo una antigua relación con su madre. Típico infumable culebrón de siesta, cuya última escena deja abierta otra nueva subtrama y pretende dejar al espectador ávido del siguiente capítulo.

De fondo, siguen sonando hermosos textos literarios, como Sentido y sensibilidad de Jane Austen o Cumbres borrascosas de Emily Brönte, que, lejos de dar un aire intelectual a la película, resultan pegotes extemporáneos y ridículos.

Una película plúmbea con aspiraciones de apasionado drama romántico. Totalmente prescindible.

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