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Agente contrainteligente

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Adultos

El humor de trazo grueso, que no transgresor, porque es más de lo mismo y, consecuentemente, está demasiado manido para reivindicar alguna mejora social, vuelve a las pantallas españolas con Agente contrainteligente, última propuesta del cómico inglés Sacha Baron Cohen que dirige el francés Louis Leterrier (El increíble Hulk, Danny the dog, The Transporter…).

En esta propuesta, Baron Cohen ha acabado con cierta frescura de algunas ocurrencias originales de anteriores filmes para instalarse en la zafiedad y en el recurso a las alusiones sexuales más vulgares.

En este escenario, eso sí, nos congratulamos porque Leterrier nos ofrece algunos momentos extraordinarios de acción con unos planteamientos de cine-videojuego que impacta por su verismo.

Sebastian Grimsby (Mark Strong: No confíes en nadie, Kingsman: servicio secreto, La noche más oscura…) es un espía letal del servicio de inteligencia británico M16 que se reencuentra con su hermano Nobby (Sacha Baron Cohen: El dictador, Borat, La invención de Hugo…) en el instante en el que iba a eliminar a un mercenario, dispuesto a atentar contra un dirigente internacional.

La misión se trunca cuando Nobby entra en escena, pues aborta sin pretenderlo el cometido de Sebastián y, simultáneamente, le hace aparecer como un traidor ante sus superiores del M16. A partir de esto momento, los hermanos, separados desde su niñez, serán los objetivos del servicio de inteligencia británico.

Esto no asusta a Nobby, un palurdo pasota, forofo del fútbol, con trece hijos y sin oficio que se le conozca, porque su objetivo fue siempre encontrar a su hermano pequeño, por el que se sacrificó para que le adoptase una familia que solo quería quedarse con uno de los dos.

Esta generosidad del también porrero y campeón de chupitos de güisqui en el pub que frecuenta y las alusiones a que lo más importante en la vida “es la familia”, son las únicas referencias valorables en el plano ético.

Es llamativo —como he leído en alguna crítica de Agente…— calificar el humor de Sacha de transgresor cuando populariza un personaje de las características descritas, que huye sistemáticamente de cualquier compromiso familiar o social que no lleve aparejado monumentales cogorzas, comentarios y salidas obscenas, porque su mayor implicación se da en estas facetas y en el papel de buen “hooligan”, apoyando a su equipo de fútbol.

 

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