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Ainbo: Spirit of the Amazon

Caratula de "Ainbo: Spirit of the Amazon" (2021) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: Todos

Ainbo, la guerrera del Amazonas, una película de animación codirigida por el germano Richard Claus y el peruano José Zelada. Grosso modo, apretada síntesis. Ainbo es una pequeña guerrera del Amazonas cuyo potencial todavía tiene que desplegarse y que ha sido escogida por los espíritus para salvar del “malvado hombre blanco” el bosque húmedo tropical más grande del mundo y uno de los puntos con mayor biodiversidad del planeta.

Para comenzar, “salvar” Cándamo, su exigua y grata y salaz aldea. Ainbo cuenta con la ayuda de un armadillo y un tapir, dos “espíritus” guía encarnados, al estilo de Pumba y Timón de El Rey León, en esta dizque épica gesta, evocándose en todo instante el anticristiano y cameroniano Avatar.  Y apunten axial clave: vencer al Yacuruna, el demonio que se apropia del alma de los seres queridos. Sacrosanta y perdida paternidad en lontananza. Y la maternidad, entonces, en forma de florido y floreado arbusto,

Ainbo ciñe su abracadabrante discurso a un etéreo y difuso poder de la naturaleza y su especial conexión con los indígenas, una ligazón que el hombre blanco, siempre impío, parece ser, habría olvidado por completo en aras de una avidez rebosada por el oro y los materiales preciosos (y otro recursos plurales) por los que es capaz de triturar con todo a su diabólico paso.

Ainbo, en definitiva, mixtura dos ideologías esencialmente liberticidas: falso y anticientífico ecologismo y delirante feminismo. Todo ello rubricado con un barniz harto, hartísimo empalagoso, también asaz liberticida: vaporosa espiritualidad new age para urbanitas meapilas. “Seremos la jungla y yo”, afirma nuestra heroica y “amazónica” valquiria. Tan Pachamama, tan absurda hipótesis Gaia, tan panteísta.

Cambio climático, pamema y falacia de ribetes apocalípticos. Acusando absurda e injustificadamente al ser humano (preferentemente blanco, heterosexual, cristiano…) y su “pérfida” criatura, el dióxido de carbono, de todos los males que acaecen desde que el mundo es mundo. La Tierra, gran agraviada por él. Los calentólogos, mentirosos tenaces. El calentón güebal, otro asustadizo trampantojo (cual espectrales virus o ucranianas guerras) para atemorizarnos más y mejor.

En otras palabras, otra acción biopolítica conducente a restringir cada vez más nuestras sagradas libertades naturales y nuestro bienestar. Ya sea con pretextos sanitarios, bélicos o calentorros. No se llama cambio climático, pues. Se llama genocida geoingeniería, militar y deliberada manipulación del clima planetario. En fin.

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