Crítica
Público recomendado: +18
Alumbramiento ha sido la gran triunfadora en el Festival Internacional de Cine de Barcelona-Sant Jordi, 2024, con el premio a la “Mejor Dirección” para Pau Teixidor y premio a la “Mejor Actriz” para todo el reparto de actrices jóvenes: Sofía Milán (protagonista), Celia Lopera, Carmen Escudero, Paula Agulló, Victoria Oliver y Alba Munuera.
Segundo largometraje de Pau Teixidó, ambientado en la España de 1982, que cuenta la historia de Lucía, una ingenua adolescente de catorce años, a la que su madre ingresa en un centro para jóvenes embarazadas, atendido por unas monjas. Allí, un médico displicente, con el cigarrillo constantemente colgándole de los labios, examina a la muchacha para cerciorarse de que esté embarazada. Poco después la vemos esposada en un coche de policía que la lleva al reformatorio de Peñagrande, en lo que en aquellos años eran las afueras de la ciudad.
En esa residencia, Lucía convivirá con otras niñas de su misma edad, también embarazadas, que, al igual que ella, han sido enviadas allí por sus familias, para ocultar la vergüenza social del embarazo.
Es una historia triste, tejida con personajes adultos siniestros –la madre de Lucía, las monjas, el médico y las “cuidadoras”– que despiertan en el espectador un terrible sentimiento de desagrado y una gran compasión hacia las niñas. De tanto horror, la trama llega a provocar náuseas, que paradójicamente se alivian cuando el relato se desliza hacia la exageración o las alusiones intencionadas, porque entonces suena a ideologización en el ejercicio de la memoria y pierde realismo. El director procura ser comedido y no mostrar demasiado explícitamente su postura ideológica, pero el público se siente en algunos momentos demasiado dirigido por sutilezas de cariz manipulador, como cuando se oyen frases de tipo religioso justo en el momento de actitudes duras y crueles.
En conjunto, más que un mosaico de historias de jóvenes embarazadas, como encontrábamos en Pequeñas valientes de Julie Lerat-Gersant (2022), es una historia tenebrosa de víctimas y verdugos, con fetos conservados en gandres botes de cristal y niños robados al nacer mientras se decía a la madre que la criatura había fallecido. La fotografía de Pepe Gay de Liébana, oscura y entre sombras, contribuye a crear esa atmósfera opresiva de un ámbito de horrores.
Llama la atención la poca atención que se presta al instinto maternal. En La hija, de Manuel Martín Cuenca, a la protagonista, el impulso casi salvaje de una madre para retener contra su pecho y proteger a su hijo le surge de lo más profundo, como un instinto natural capaz de cualquier cosa. Sin embargo, en Alumbramiento, los sentimientos brotan apagados y sin vida. Hasta el odio.
Lo mejor de Alumbramiento, y lo único que le aporta una cierta luminosidad, son las relaciones personales entre las niñas, adolescentes en circunstancias muy difíciles, pero capaces de solidaridad y ayuda entre ellas. Es excelente el trabajo de ese grupo de actrices tan jóvenes, pero hay que destacar a Sofía Milán, en el personaje de Lucía, que crece con dolor hasta apostar la vida a la carta de la libertad, y Paula Bulló, impresionante como Cuqui, cuyo síndrome de Down no le impide tener dotes de organización y de mando.
Una película que inunda las venas de amargura y deja durante horas en la boca el regusto agrio del desamor.
Mariángeles Almacellas