Crítica
Público recomendado: +16
Roald Amundsen, el primer hombre que llegó al Polo Sur cuando en realidad su primer objetivo era alcanzar el Polo Norte. Esta producción cinematográfica dirigida por Espen Sandberg y protagonizada por Pål Sverre Hagen nos narra la historia del explorador noruego Roald Amundsen, sus logros en las expediciones tanto en el Paso del Noroeste como al Polo Sur.
La película nos transporta a principios del siglo XX y nos muestra la magnitud de esas expediciones; acostumbrados a la rapidez de los viajes actuales, quizá la película pueda resultar lenta, pero el ritmo que tiene es totalmente adecuado, ya que nos introduce en la lentitud de aquellos medios de transporte, y en lo complicado que resultaba alcanzar territorios inhóspitos como el Polo Norte o el Polo Sur.
Después de haber participado en varias expediciones en la Antártida y en el Paso del Noroeste, y haber aprendido técnicas de los inuits para sobrevivir en el hielo, Amundsen decide intentar organizar su propia expedición al Polo Norte. Ayudado por su hermano, Leon Amundsen, que se encargaba de las finanzas, recluta su propia tripulación y se encarga de que hasta el último detalle esté bien organizado. Sin embargo, poco antes de partir, reciben la noticia de que otro explorador, Frederik Cook, había sido el primero en alcanzar el Polo Norte, Roald decide cambiar sus planes y poner rumbo al Polo Sur, sin avisar previamente a quien le había prestado el barco, para que no le impidieran poner en práctica su plan.
Además de las expediciones y las diferentes dificultades que encontraron en cada una de ellas, con una puesta en escena magnífica, que refleja la inmensidad de los desiertos de hielo a los que se tuvieron que enfrentar en las diversas travesías, la película también nos muestra el carácter de Roald, y las relaciones familiares y amorosas, que se entrelazan con las expediciones durante toda su vida. Comenzando por su hermano Leon, sus parejas, las niñas siberianas que adoptó, y sus compañeros de tripulación. La personalidad de Roald era fuerte y poseía una gran tenacidad, entre sus planes nunca entraba el rendirse, aunque sus logros fueran minusvalorados. Siempre adelante, costase lo que costase, todo por llegar al Polo Norte, aunque eso supusiera gastar importantes cantidades de dinero que afectaban a la familia. Estricto en las expediciones, no tenía reparos en enviar a alguien de vuelta si no estaban de acuerdo. Se le podría tachar de egoísta, o interesado, como ocurre cuando su hermano Leon se enfrenta con él. Podríamos concluir destacando la importancia que tiene para la vida de una persona el hecho de tener una meta, en este caso un descubrimiento trascendental para la historia de la humanidad, y luchar por ella a brazo partido, con tesón y sacrificio, pero sin olvidarnos nunca de lo que puede significar para los que nos rodean.