Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

Annette

Caratula de "Annette" (2021) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

“La gente me pregunta de qué van mis películas y nunca sé qué decir (…) No debería haber preguntas y respuestas, sino preguntas, más preguntas y dudas”, así se expresaba Leos Carax, el director de Annette, en una reciente entrevista al New York Times.  Si a veces nos tienta reducir una obra a una frase: “este libro -o esta película- lo que quiere decir es…”, pretender esto con Annete, desde luego, sería absurdo, ingenuo o manipulador. Nadie podrá decir “Lo que Leos Carax ha querido decir con Annete es…”. Porque lo cierto es que en Annette pasan muchas cosas y nos deja muchos interrogantes.

Annette es, en primer lugar, un musical. Y con las canciones de los dos tipos posibles en un musical: aquellas que interrumpen la acción para que los protagonistas expresen sus sentimientos, como un aria de ópera, y aquellas canciones que son el vehículo de la acción en las que nada se detiene y los cantantes modifican el estado de las cosas a su alrededor a la vez que lo cantan.

Inicialmente, parece una historia interesante de amor. Henry MacHenry es un monologuista, en la cúspide de su carrera, que tiene como nombre artístico “The ape of God”, el simio de Dios, -nombre con el que los Padres de la Iglesia describían la incapacidad del diablo de medirse con Dios-. El monologuista está prometido con Ann Desclaux, una diva de la ópera, internacionalmente famosa. Pareja llena de glamour, son muy distintos y sus papeles artísticos son antitéticos: Henry provoca y “mata” a su público, mientras que Ann “salva” a su público con su voz y sus escenificaciones de una muerte sublime. A los dos artistas todo les sonríe, son felices, se aman, se casan y tienen una hija, Annette.

La llegada de Annette es enigmática, pues si hasta ahora no hemos andado escasos de símbolos, la propia Annette es un símbolo, y en sentido físico también. La vida del matrimonio va a cambiar y para mal. La tragedia se cierne sobre ambos y Annette estará en medio, testigo pasivo y portadora del recuerdo del mal causado. La película se va volviendo más y más oscura y las salidas se van cerrando una a una.

Es muy coherente Leos Carax cuando afirma que solo debe haber preguntas, preguntas y más preguntas. Nos encontramos con muerte, vida, sueños, fantasmas, culpa, ambición… La película es muy simbólica, pero no alegórica. No existe una correspondencia unívoca entre cada símbolo y un significado; es más bien una película atmosférica en la que el ambiente nos cautiva, con su misterio, con su ritmo, con sus símbolos y aceptamos entrar en el mundo de Henry y Ann; Henry nunca nos es simpático, por su frialdad, pero Ann nos cautiva con su belleza y su voz. Concluimos y podemos seguir preguntándonos el porqué de muchas cosas, como la verdadera esencia de Annette, porqué se empezó a torcer todo (como aquella pregunta de Vargas Llosa: ¿cuándo se empezó a joder el Perú?) y si no habría alguna salida a todo el mal. Pero no, en la tragedia no hay salida.

Además del interés de una trama que nos invita a meternos en ella sin darnos seguridades de que vayamos a entender qué es cada cosa, son muchos aspectos positivos los que nos deja esta tragedia. La interpretación de Adam Driver es absolutamente titánica, y muchas de las canciones son excelentes, con un amplio rango estilístico, obra de Sparks, dos hermanos con cuatro décadas de carrera a sus espaldas y que han sido más influyentes a través de las bandas a las que han inspirado que por el éxito comercial de sus discos, que son de aquellos que gustan más a la crítica que al público.

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad