Crítica:
Público adecuado: Jóvenes
Parece que la productora/editorial Marvel empieza a rebuscar en el fondo del barril para adaptar nuevos personajes a su universo cinematográfico, porque se acaba de estrenar Ant-Man, basada en los comics del Hombre Hormiga.
Scott Lang es un ladrón de guante blanco que es contratado por el antiguo Ant-Man, Hank Pym para arrebatar a un malvado empresario la tecnología que permite la reducción de tamaño. Lang deberá convertirse en el nuevo Ant-Man para conseguirlo.
A pesar de tratarse de un personaje tan desconocido y de una película relativamente pequeña en el universo Marvel, la realización de Ant-Man fue muy conflictiva. El proyecto estaba en las manos del original guionista y director Edgar Wright (Zombies Party, Scott Pilgrim contra el mundo), que llevaba años con él. Pero una diferencia de criterios con Marvel supuso su despido a pocas semanas de comenzar el rodaje, y su sustitución por Peyton Reed, un director mucho más convencional y aséptico. Así pues, es difícil ver la película sin pensar en lo que podría haber sido, quizás una pequeña joya con la originalidad y encanto de Guardianes de la galaxia. En lugar de eso, nos encontramos con un producto que responde al pie de la letra a la fórmula Marvel. Eso significa que se cumplen unos mínimos: estamos ante una película bien facturada y entretenida (a pesar de un par de baches de ritmo), incluso por momentos muy divertida, con la ya acostumbrada mezcla de humor, aventuras, efectos especiales y algo de tramas personales. Está rodada con oficio, pero sin el brillo o ingenio que podría haber aportado un director más personal. En definitiva, una película correcta que tenía potencial para ser mucho más.
En cualquier caso, nos queda la interesante trama de un criminal que se convierte en héroe a partir de una mirada positiva sobre él, la de su hija. Porque en último término, Ant-Man es una historia de redención, algo que se reconoce en el propio diálogo de la película. La redención a través del sacrificio, por supuesto.
También tenemos una estupenda interpretación de Paul Rudd, la presencia de peso de Michael Douglas, momentos ingeniosos del clásico humor Marvel, y un puñado de secuencias con efectos especiales muy logrados. En el otro lado de la balanza, una trama muy simple y un villano sin carisma.