Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

Aurora

Caratula de "Aurora"

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes-Adultos

“Nunca contenta” es una novela juvenil de Marie Desplechin (traducida y publicada al castellano por SM) escrita en forma de diario. La autora de este supuesto diario es Aurora, una adolescente erizo, que pincha a todo el que entra en contacto con ella. La película, basada en el libro, pero adaptado por la propia directora Émilie Deleuze, nos pone de modo muy realista -quizá algo más de humor hubiera sido deseable- ante Aurora, cuya forma de relacionarse es saltar a la primera o ser borde desde el comienzo, por inseguridad, por complejo y porque se juntan el hambre con las ganas de comer, que para eso tiene 13 años. Su inadaptación en el colegio no es sino la prolongación de su mala relación en casa, sin que haya ningún problema estructural grave. Su hermana mayor, un profesor de lengua que llega al colegio para cubrir una baja maternal y la oportunidad de cantar en una incipiente banda de rock de chicos de 16 años son los vehículos de la evolución de Aurora.

Émilie Deleuze, hija, por cierto, del filósofo Gilles Deleuze (1925-1995), plantea muchos temas, interesantes todos ellos, casi como pinceladas. Pero el resultado no es convincente. Le falta fuerza a la trama y apenas saca partido de las posibilidades de una banda musical de adolescentes.

Aurora está todo el rato dándole vueltas a la cabeza a todo, y poniendo la cabeza como un bombo a todos sus prójimos, semejantes y congéneres. Como decimos, lo que no funciona en la cinta no es la problemática que aborda sino la falta de tensión. Temas importantes están esparcidos, a pinceladas, por toda la película: la relación de Aurora con sus padres está en un círculo vicioso en que cada frase es motivo de malinterpretación y todo se tuerce sin aparente remedio; en la familia de republicanos, laicos, de izquierda aparece la perspectiva de una boda religiosa; la importancia del símbolo religioso navideño; la abuela que reconduce, la literatura aparece como un salvavidas para esta Aurora que se hunde, etc… Hay una gran cabeza detrás, pero le ha fallado algo.

Lo mejor es el trabajo de los actores, creíbles en todo momento. Pero desaprovechar por completo las posibilidades que la música de una novata banda de rock de instituto puede aportar ha desinflado el producto final. Recientemente han aparecido dos películas sobre adolescentes problemáticos y bandas de música. Las excelentes Sing Street (John Carney, 2016), y Urban Hymn (Michael Caton-Janes, 2015). Sing Street tenía un planteamiento mucho más masculino, a la salida del cole estaba la chica guapa y eso era motivo suficiente para que los chicos montaran una banda de rock; la música funciona a la perfección y contagia. Aurore explora, en cambio, mucho más, las posibilidades de la vida familiar, los aciertos y fracasos, las frustraciones y las posibilidades de cambio en los personajes. En Aurore estos personajes están más abiertos que en Sing Street, donde la familia de partida estaba ya desestructurada y la música era la única salida.

En Aurora hay otras salidas y su final puede dejarnos -con el permiso de Aurora, la adolescente- contentos, aunque sea por una vez.

 

 

 

 

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad