Crítica
Público recomendado: +16
Javier, uno de mis hermanos, en su inmensa (y siempre admirada por mí) cultura musical me contó que una vez Loquillo dijo “qué difícil es ser humilde cuando uno es tan grande”, y esa frase se me quedó grabada para siempre. Pues se podría aplicar algo parecido a Back to Black: “Qué difícil es contar una historia como esta cuando la cantante ha sido tan inmensa”.
Tenemos ante nosotros la extraordinaria historia de Amy Winehouse hacia la fama y la creación de su innovador álbum Back to Black. Contada desde la perspectiva de Amy e inspirada en sus letras personales, la película sigue a la mítica mujer detrás del fenómeno y la tumultuosa relación en el centro de uno de los álbumes más legendarios de todos los tiempos.
Esta biografía hecha película, dirigida por Sam Taylor-Johnson, recuerda mucho a otras estupendas cintas como Bohemian Rhapsody (dirigida por Bryan Singer en 2018), aunque es verdad que en ésta se contaba la historia de Queen pero prestando especial atención, lógicamente, al fallecido Freddie Mercury. En este caso el tono es mucho más apagado, más sombrío, lúgubre se podría decir, fiel reflejo de los enormes tormentos de la cantante; una persona que, en el fondo, buscaba un fiel cariño que no le acababa de llegar y una ansiada maternidad que no logró a pesar de sus grandes esfuerzos. Al menos en este último punto se deja bien claro un mensaje muy positivo: su búsqueda de la maternidad era reflejo de que ser madre es un deseo, un precioso anhelo, pero no se presenta como un derecho; y, si no llega, es muy duro pero a veces así es la vida y se debe saber encajar.
Por supuesto se insiste también en que las drogas jamás llevan a nada bueno, aunque se consuman “en familia” (su entonces novio reconoció después que jamás debió empujarla a consumirlas), y se critica fuertemente el acoso de la prensa, sobre todo esa capaz de hacer las preguntas más duras y absurdas en los peores momentos, sin pararse a pensar si son pertinentes o qué daño pueden hacer.
Es cierto que al filme le falta un punto de brillantez y algo de ritmo en algunos pasajes, pero al menos tiene varias de las canciones más importantes de la artista, momentos musicales muy logrados y una preciosa voz por parte de la protagonista, Marisa Abela, que logra que veamos a Amy en ella. Sorprende sin embargo la distancia con la que su padre, un buen Eddie Marsan, observa sus grandes problemas pero los intenta ocultar.
Por desgracia sobran un par de blasfemias que ni hacían falta ni venían a cuento y solo empañan el resultado global. Es por tanto una película con buen resultado en general que puede gustar a los mayores de edad que quieran acercarse un poco más a una de las más grandes figuras musicales de la historia.
Miguel Soria