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Beau tiene miedo

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

Es verdad que se pueden identificar con cierta precisión las estaciones del viaje del héroe en Beau tiene miedo (Ari Aster, 2023), cinta de terror que es graciosa, o cinta de comedia que da miedo: como al propio Aster parece darle igual, o es así como ha querido voluntariamente que fuese, la película se salta, por decirlo de alguna manera, las convenciones del género. Aun así, lo que no se salta es, como señalaba, el viaje del héroe. Dividida en tres actos, Beau tiene miedo nos presenta a Beau (Joaquin Phoenix) en un primer plano subjetivo, quizá lo mejor de la película, en el que está en su paz in utero solo para ser expulsado a este mundo que tan aterrado lo mantiene. Es el primer acto el que mejor funciona, con sus rarezas y fueras-de-tono que pueden esperarse de Aster (Hereditary, 2018; Midsommar, 2019), pero dentro de, digamos, su propia convención. En él se nos deja clara (lo único claro en todo el metraje) la línea argumental: Beau tiene planeado un viaje para ver a su madre que se ve frustrado a cada paso.

En el segundo acto el no-héroe ha entrado en el mundo extraordinario, es decir, Beau ha salido de su mundo (un barrio donde todos sus miedos parecen hacerse realidad con solo pensarlos) y ha acabado en casa de un cirujano (Nathan Lane), su mujer (Amy Ryan) y su hija adolescente. El asunto está en que Beau está malherido y debe guardar reposo, lo que significa que se retrasará aún más su llegada a la casa de su madre, aumentando así su miedo y paranoia, su absoluta pequeñez frente a su madre. Aquí hay de todo, como puede intuirse: desde Norman Bates, pasando por los asesinos en serie y hasta el Joker, personaje del propio Phoenix que también tiene sus asuntos con mamá. En cuanto a la forma, hay varias influencias: Lynch, Aronofsky (sobre todo su Des-¡Madre!, 2017), Kauffman (la indescifrable Estoy pensando en dejarlo, 2020) e incluso un Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas (A. Weerasethakul, 2010) sobre todo por la estructura en abismo del segundo acto.

Para cerrar llegamos a casa de la madre con Beau, finalmente, para enfrentar al dragón, que es lo que corresponde. Hay revelaciones, como también corresponde, pero Beau no aprende nada, su «heroísmo» consiste en hacer crecer sus propios miedos hasta el absurdo. A Aster, que ha dicho que esta es su película más personal (y cuya versión del director llegó a las cuatro horas de metraje, rebajado a tres para su estreno en salas comerciales), le tiene sin cuidado el espectador, incluso menos que cuando hizo Midsommar. En estas cintas anteriores los niveles de extrañeza se encontraban más o menos dentro del reino de lo comprensible, pero en Beau tiene miedo se largan en una carrera a la locura que ya da igual la interpretación que se procure, porque no importa.

En este sentido, Beau tiene miedo está perfectamente encauzada en la línea de otras películas de aquello que llaman elevated horror: Men (Alex Garland, 2022), Lamb (Valdimar Johannsson, 2021), o ¡Nop! (Jordan Peele, 2022) en las que nadie entiende qué está pasando y al director eso le parece lo más. Doy con un dato: esta película es la que más alto presupuesto ha tenido por parte de la productora A24, la de Todo a la vez en todas partes. Chifladuras costosas. También para los espectadores. Y me pregunto, porque también corresponde, ¿habrá visto mamá la película del peque?

Narcisa García

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