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Bendita locura

Caratula de ""

Crítica

 

Nos llega una comedia italiana con acentos reivindicativos de juventud por parte de personas maduras, donde hay también algo de crítica a eclesiásticos:

Bendita locura es su título y la dirige, es coguionista y actor principal Carlo Verdone (Alberto el Grande, Enemigos íntimos, Poli con niño…), quien dicen algunos círculos audiovisuales que, por su vía cómica, es el sucesor de Alberto Sordi.

Guglielmo (Carlo Verdone) regenta en Roma una estilosa tienda de objetos y prendas religiosas de alta gama para obispos y cardenales, herencia de su padre ya fallecido. En una cena en lugares eclesiásticas, su esposa, Lidia (Lucrezia Lante: La carbonara, Una historia de chicos y chicas…) le dice que le deja por una mujer tras 25 años de matrimonio. A él se le cae el mundo encima y sus días se tiñen de gris, que afectan incluso a su trabajo.

Necesitado de una nueva dependienta para su negocio, aparecen varias candidatas y, entre ellas, Luna (Ilenia Pastoreilli: Niente di serio, Le llamaban Jeeg Robot...), una joven de barrio descarada y provocativa en su vestimenta a la que contrata por un mes. Guglielmo, en su trance depresivo, no ofrece resistencia y deja que la chica le apunte a la red social Tinder para conocer a mujeres. Al principio le suplanta Luna y el cincuentón empezará a citarse con varias.

En los primeros encuentros, el resultado es bastante penoso (una mujer alcohólica, otra con fijación por las enfermedades…). Pero tras ingresar en un hospital para desintoxicarse después de una noche loca, en la que unas amigas de Luna lo atiborran de droga y alcohol, conocerá a Ornella (Maria Pia Calzone: Matrimonio, Pater familias, Mater natura...), la enfermera que le atenderá.

Bendita locura cuenta con algunas acciones hilarantes. Y en muchas de ellas sus dardos se lanzan contra altos eclesiásticos, por su disposición a vestir y vivir lujosamente, aspectos de los que el papa Francisco ha hablado y continua haciéndolo para que no se mundanicen. Sin embargo, en el filme no aparecen otros comprometidos con su ministerio.

Por lo demás, la alocada carrera de Guglielmo por recuperar su juventud perdida lleva a un giro dramático del filme, en el que su avidez se atempera por el amor que mantiene a su mujer y por la madurez y afabilidad de Ornella.

Así, la comedia de Carlo Verdone transita con algún que otro sobresalto que afecta a Luna, un gag sexualmente atrevido, y, principalmente, por la vía romántica, en la que hay también algunas contradicciones de guion entre personajes y un metraje excesivo.

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