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Birdsong

Caratula de "Birdsong" (2019) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

Muchas películas musicales abordan el precio que hay que pagar por la fama y el estrellato en el mundo de la música. Birdsong forma parte de estas, pero destaca por ser la más oscura, inquietante y siniestra, sin perder ni valor ni interés. Las antípodas de películas como Yesterday, que con la luminosidad de la música de los Beatles y el colorido de su trama se queda en un cuento de hadas, pero de esos que vuelves a casa.

Birdsong es la historia de una joven japonesa que trabaja en el servicio de limpieza nocturno de Mysong, una productora musical que realiza un famoso programa televisivo de descubrimiento de jóvenes promesas y talentos musicales. Asuka logra recibir una oportunidad para participar en él, y mientras ensaya antes de la grabación en directo, algo sucede que impresiona a los productores musicales. Es imposible que la música que esté haciendo esta jovencita, una música tan potente, tan bien trabajada, sea obra suya.

A partir de ahí seremos testigos del largo y tortuoso camino que conduce, no al éxito, sino a la excelencia en la composición. Asuka establece relaciones peligrosas con una cazatalentos de la industria y con un profesor de música, un divo de la música, hombre de éxito y prestigio. Ella debe sacar la música que lleva dentro, pero en el camino, hay otras variables, que son la otra balanza de lo que está en juego: ¿La búsqueda del éxito o la búsqueda de la propia oportunidad, el propio sueño, pueden llegar hasta la destrucción del vínculo familiar?

La película, dirigida por el músico, productor y documentalista belga Henry Willemyns aprovecha numerosos recursos que realzan la enorme fuerza dramática de la cinta: una música opresiva, angustiosa, en perfecta correspondencia con la situación; las animaciones, abstractas, oscuras, que evocan el movimiento microscópico de la sangre, de las vísceras, de todo el complejo mundo orgánico, que parece reaccionar al compás de la degradación que observamos; el poder de los recursos simbólicos: transformaciones de los protagonistas que no sabemos si son meras imaginaciones caprichosas o visiones de la verdadera realidad espiritual de las personas que observamos; símbolos como el estudio donde se fabrican las estrellas o el papel catalizador que tiene un teléfono móvil para guiar las reacciones de los protagonistas.

Película de autor, quizá ciertamente minoritaria, pero de una fuerza dramática colosal, asombrosa, inquietante, sórdida, impactante. Hay una fascinante visión oriental de la realidad que nos choca a los occidentales, más acostumbrados al peso que nos han dejado en las costumbres y el lenguaje las filosofías racionales, ya sean aristotélicas o cartesianas, pero siempre deductivas. La suegra de Asuka ve cosas que nadie ve, sabe que una persona ha cambiado, aunque externamente siga todo igual. Este tema es de una fuerza asombrosa en la película. ¿Serán las vibraciones, el karma, la energía que despide una persona? ¿Acaso no están explicándonos los orientales con su filosofía, con sus seres mitológicos lo mismo que Platón, que podemos vera a una persona por fuera, pero que su realidad es muy otra, que lo que vemos no es más que apariencia?

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