Crítica:

Público recomendado: Jóvenes, adultos

Black Mass es una nueva entrega de cine negro contemporáneo, envuelta en tonos fríos y planos oscuros.

Trae la historia de James “Whitey” Bulger, líder de crimen organizado en el Boston sur del último tercio de siglo XX, y cuenta la historia de su pacto con el FBI, que le encumbró de forma definitiva en el terreno criminal.

Basada en hechos reales, la película afronta un guión lleno de situaciones extrañas y personajes extraños. Bulger, interpretado por Johnny Depp, es retratado como un personaje sin demasiada fuerza, que repite frases estándar de cine americano. El resto de personajes gozan también de muy poco carisma, dentro de un reparto lleno de cabezas de cartel, como Joel Edgerton, Benedict Cumberbatch, Peter Sarsgaard o Kevin Bacon.

La película muestra un mundo cruel, hipócrita, lleno de sangre y oscuridad, movido sin sentido con unos engranajes incomprensibles. Los hechos representados en escena, o están excesivamente condimentados para la butaca, o muestran realmente una humanidad insólita, hueca.

La película avanza de crimen en crimen, avanzando entre tinieblas, siguiendo recorridos poco sorprendentes, con una trama que no conquista. Una historia basada en “valores de la calle”, que ofrece personajes de goma en un mundo angustioso, pintado con tonos fríos, y con alguna escena violenta.

En general, Black Mass ofrece una poco atractiva historia de gángsters con un aire pretencioso que recuerda en cierta medida a los que ya adoptó en su momento Killing Them Softly, con un poco aprovechado reparto y una trama irregular e insípida.