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Bloodsucking Bastards

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes

Bloodsucking Bastards (que podríamos traducir como “chupasangre bastardos”) nos cuenta la historia de Evan (Fran Kranz) un empleado modelo en una empresa de ventas en la que nadie da pie con bola.

Un día su jefe prepara un gran anuncio y Evan entiende que va a ser ascendido pero es otro al que dan el cargo, un ex compañero de clase con el que tuvo sus rifirrafes y que además tiene la particularidad de ser un vampiro. Bloodsucking Bastards viene dirigida por Brian James O´Connell, un joven actor de televisión mutado a director de cine que ha conseguido con esta película una distribución digna cosa que no pasó con sus dos anteriores trabajos, Angry White Man (2011) y Killer View (2009). El film tiene una curiosidad en su guion. El libreto está escrito por Ryan Mitts (que firma con este su primer texto para un largometraje) y Dr. God, literalmente Dr. Dios en inglés. Lo que en un principio podría parecer el seudónimo de algún guionista que prefiere no dar su nombre (qué poético habría quedado esto) en realidad es el nombre con el que se le conoce a un grupo cómico afincado en Los Ángeles compuesto por Sean Cowhig, Neil Garguilo, David Park, Justin Ware y el propio Brian James O’Connell.

Es fundamentalmente debido a esto que Bloodsucking Bastards sea antes una comedia que una cinta de terror. Sí, hay sangre y hay vampiros, pero el producto resultante en su conjunto se inclina antes por la comedia que por el cine de terror. Ni que decir tiene que lo mejor que uno puede hacer es tomarse Bloodsucking Bastards a broma. La película no añade nada novedoso a la mítica del vampiro en el cine y en general, solo pretende ser un divertimento sangriento perfecto para hacer las delicias de los aficionados al género. De hecho, si tuviéramos que destacar algo de Bloodsucking Bastards sería sin duda su sentido del humor y determinados gags muy bien resueltos, a veces sin una sola palabra y tan solo con un buen uso del montaje y la planificación.

Aunque se ha dicho que Bloodsucking Bastards es un producto llano y sin ningún mensaje lo cierto es que la cinta de O´Connell deja caer de forma muy poco disimulada una descripción bastante atinada de nuestro mundo laboral y financiero. Los protagonistas de la película de O´Connell trabajan para una empresa “de ventas”, no sabemos qué vende ni nos importa, es pura abstracción. Sus empleados son unos completos inútiles y solo cuando se transforman en vampiros la empresa empieza a dar verdaderos beneficios. Como vampiros, los empleados solo trabajan y cuando tienen hambre le muerden el cuello a algún humano despistado. Son los trabajadores perfectos sin reivindicaciones salariales, expertos en la seducción para vender su producto e inmejorables guardianes de lo suyo y su especie.

Será mejor no dar ideas.

 

 

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