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Boda sin fin

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: Todos

Se trata de una entretenida comedia al uso, ligera y sin grandes hallazgos, escrita y dirigida por la joven actriz Maggie Peren, de origen británico. La historia arranca con Zazie. Vive con el mujeriego Patrick y su fiel y dulce amigo Anton en un piso compartido. Tienen común que son incapaces de mantener una relación estable. Cuando Philipp, el mejor amigo de Zazie desde su infancia, le envía una invitación a su boda, el papel se queda atascado en el buzón durante meses. Cuando Zazie finalmente recibe la invitación, se sorprende al descubrir que la boda de Philipp está planeada… y ella hará lo imposible para evitar el enlace con la persona equivocada.

A pesar de que argumento tenga poco fuelle y de que insista en que Boda sin fin navega a caballo entre La boda de mi mejor amigo (P. J. Hogan, 1997) y Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, 1993), el trabajo es honesto porque no ofrece nada nuevo que no se ha visto ya en otras películas del mismo corte, al menos a simple vista.

Sin embargo, es menos  frecuente que el cine de estas características ahonde en temas de fondo, incluso sin haberse calculado. En este sentido, llama gratamente la atención el interés que ha tomado la directora por darle importancia real a la familia -sin boberías fútiles ni cursilerías baratas- y, lo más importante, a la amistad. De hecho, la película funciona mejor que las dos historias que la acompañan en su difusión promocional, porque lo que cuenta se lo toma en serio, se aprecia su madurez y por ahí destila autenticidad. Otro de los grandes temas que destapa Boda sin fin es su tratamiento sobre las obsesiones y las consecuencias que tiene no gestionarlas adecuadamente.

En cuanto a su propuesta narrativa, el uso del tiempo como herramienta para producir historias está muy superado, y ni el cine (por ejemplo la saga de Regreso al futuro), ni el teatro de John Boyntnon Priestley (Llama un inspector, La herida del tiempo, Esquina peligrosa) pueden competir con este filme que, a pesar de sus buenas intenciones y de sus acertadas interpretaciones, es sosa en sí misma y cansa por momentos, puesto que parte de una columna vertebral que imita y a la que añade tibios elementos para fortalecer sus carencias o dar fuerza a su contexto. Por no hablar de las infidelidades que también están a la orden del día.

Queda, pues, un producto superficial, que no da más de sí desde una propuesta que no engaña a nadie, pero que por su tono y ligereza no puede satisfacer al respetable.

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