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Borrar el historial

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado +18

En Borrar el historial, sus directores, Benoît Delépine y Gustave Kervern, nos plantean situaciones relacionadas con internet, las redes sociales y el hecho de que los teléfonos móviles son ahora parte central de nuestras vidas, siendo este dispositivo el eje central de las historias que nos narran, todas situaciones que pueden darse en la realidad actual.

Tres vecinos de un barrio residencial de las afueras de la ciudad de Arras, en la región de los Altos de Francia, le declaran la guerra a los gigantes tecnológicos, y en el camino, que tiene todas las trazas de estar abocado al fracaso, se van sucediendo situaciones a cada cual más surrealista en las que se pone de manifiesto una sociedad alelada por las aplicaciones de los móviles, las redes sociales, las series de televisión, las plataformas en streaming y la compra online.

Sin embargo, aunque el planteamiento podría resultar interesante y ofrece una crítica a la sociedad actual, tan inmersa en las nuevas tecnologías y en la inteligencia artificial, y la película trata algunos temas serios como el acoso escolar, las adicciones o el acoso sexual a mujeres, algo que podría llevar al espectador a reflexionar sobre el uso que hace de sus propios dispositivos móviles y las consecuencias que ello acarrea en su vida, el largometraje no resulta no resulta para nada atractivo.

Los personajes son bastante insípidos y, a pesar de que los dramas que viven se asemejan a situaciones muy reales, no inspiran ningún sentimiento en el espectador, que puede incluso desear que concluya el largometraje sin saber cómo finaliza la historia, con el único fin de no desperdiciar más el tiempo.

En el aspecto técnico, se puede destacar que la realización utiliza como técnica habitual el llevar cabo acciones fuera de plano, en las sólo se escuchan los diálogos sin que se vea a los personajes, que más adelante acaban entrando en escena. Por otra parte, también se exceden con el uso de planos muy cortos, en los que el rostro de los protagonistas incluso queda medio fuera del plano.

Con respecto a la narración, resultan algo desconcertantes y bastante desagradables algunas escenas, que podrían calificarse fácilmente de burdas e innecesarias. Asimismo, la película continúa adquiriendo tintes cada vez más surrealistas, en la que se suceden escenas que no aportan nada al hilo de la historia, y ni siquiera provocan una risa en el espectador, que puede haber acudido al cine a ver una comedia que no tiene gracia ninguna.

Por lo tanto, el espectador que haya acudido con esta intención saldrá decepcionado, aunque sí lo que desea es una sátira sobre las situaciones que provocan las nuevas tecnologías, quizá termine satisfecho.

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