Crítica

Público recomendado: +18

El origen de Candyman se sitúa en un libro de relatos escritos por Clive Barker, un gurú del terror que ha tocado prácticamente todos los palos, la literatura, el cine y el arte en general. El cuento en cuestión se titulaba Lo prohibido y proponía la historia de una joven que llevaba a cabo una tesis doctoral sobre los graffitis. En una de estas pinturas callejeras la estudiante conocía una perturbadora leyenda urbana acerca de un hombre con un garfio que si pronuncias su nombre frente a un espejo cinco veces aparecerá y te matará.

Esta historia se hizo película en 1992 bajo el título de Candyman. El dominio de la mente dirigida por Bernard Rose. Aquella fue una cinta sensiblemente inusual en tanto venía firmada por un director que poco o nada tenía que ver con el género de terror y que en cierto modo firmó una película extrañamente realista y encarecidamente terrorífica en una época en la que el género no atravesaba su mejor momento.

Este Candyman de Nia DaCosta viene a perfilar el relato de Baker para finalmente llevárselo a su terreno, concretamente al de su productor y guionista, Jorda Peele, el último enfant terrible del género con títulos como Déjame entrar o Nosotros. Peele se ha asegurado que su Candyman, además de ser una efectiva y cuidada película de terror, sea también una carta de denuncia acerca de la situación que los afroamericanos viven en Estados Unidos. Asediados por la violencia policial y el menosprecio de cierto sector de la sociedad americana, Candyman es también una manifestación de repulsa racial que casi le termina quitandole el especio al meollo original del asunto, ver una película de terror.

Por lo demás Candyman es una película envidiablemente bien filmada que juega al gato y al ratón con un personaje al que a penas veremos para ejercer el viejo (y efectivo) juego de la sugerencia. Casi no veremos al temido asesino del garfio, aunque sí que presintamos su presencia casi en cada plano desde el momento en el que se repite su nombre cinco vences frente a un espejo.

DaCosta se desenvuelve bien en el género (se nota que estaba bien asesorada) y juega con la historia, con el arte contemporáneo en el que se mueve su protagonista, con las sombras chinescas y por supuesto con los espejos, para poner en escena una efectiva historia de terror. La crítica en general ha recibido con agrado este nuevo Candyman y la taquilla ha sido también generosa con ella razón por la que DaCosta ya ha sido contratada para dirigir The Marvels convirtiéndose en la cineasta más joven al frente de una superproducción del universo Marvel.