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Casanova, su último amor

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

Casanova, su último amor es la última película de Benoît Jacquot, autor de películas como Adiós a la reina (Les adieux à la reine, 2012) o Journal d’une femme de chambre (2015). Protagonizada por Vincent Lindon, habitual colaborador en su filmografía, nos trae la historia de Giacomo Casanova, el aventurero italiano del siglo XVI conocido por sus extensas peripecias amorosas.

El film se centra en un pedazo de vida de Casanova en el que vivió en Londres y se enamoró de una muchacha, Marianne de Charpillon, de quien queda tan prendido que se olvida del resto de mujeres. Desde el momento que se conocen, la Charpillon trae algo distinto a lo que acostumbra Casanova: no se deja seducir tan fácilmente. Esto plantea un reto nunca antes conocido para él.

La película se vehicula a través de la extraña relación de la muchacha y el seductor: atravesando todo un recorrido de acercamiento, evasivas y reintentos por parte de cada cual de juntarse de nuevo, toda la trama habla de un deseo no satisfecho. Así, se evidencia el mundo que Casanova no conoce pero que siempre está detrás de todo a lo que está acostumbrado: una línea en la que las personas dejan de ser concebidas como utensilios de los que aprovechares, manjares de los que servirse, a, quizá, personas, con vida y ojos. Sin embargo, la película no deja de mostrarnos unos personajes un tanto maniqueos, guiados por la fantasía del eros y poco más, en un relato que no llega a estar tan elaborado como para poder concebirse siquiera como serpenteante. Siendo irregular la estructura, la historia de la perpetua no-conquista se hace repetitiva hasta el punto de dejar de esta infundada, ni en sus acercamientos ni en sus diferencias. ¿Quizá un más preciso relato de lo que implican las relaciones? Podríamos decir que más realista en tanto que imperfecto y no-canónico, yendo en contra del habitual relato amoroso que acostumbramos a ver en pantalla; sin embargo, encarnado en personajes con poco alma y lánguidas e inexplicadas motivaciones y vehiculado, aparentemente, solo por la casualidad y el intento y repetición, no llega a transmitir un mensaje esclarecedor.

El film cuenta, eso sí, con una aproximación a la sociedad burguesa multicultural del s.XVI vestida de una estética deslumbrante. Pero, más allá de las preciosas estampas y de alguna interpretación notable como la de Stacy Martin (en un papel, eso sí, hipersexualizado desde su concepción), no consigue profundizar más allá de plantear que, en las relaciones amorosas, quedamos ciegos, deambulantes, como cubiertos por las mismas capas neblinosas que envuelven a Casanova en sus paseos por el nocturno londinense.

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