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Clouds

Caratula de "Clouds" (2020) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +13

Estrenada en plataformas

Para los que somos de lágrima fácil, toca llorar.  Clouds está basada en la historia real de Zach Sobiech, un joven con cáncer terminal. En su último año de instituto, Zach ha pasado por un complicado tratamiento de quimioterapia que le ha hecho perder todo su pelo, pero no su sentido del humor. Ni se oculta ni se avergüenza, y bromea con su calva y con los pelos teñidos de sus compañeras. No le falta atractivo, y le sobra simpatía.

Si ya es difícil hacer vida normal para Zach, el agravamiento de su enfermedad trastoca el resto de normalidad que existía en sus relaciones. Su amigo del alma es una amiga, Sammy, con quien canta y hace sus pinitos como compositores de canciones; Sammy es la amiga fiel hasta la muerte, platónicamente enamorada de Zach, pero que acepta, sin celos y sin reservas a Amy, la novia de Zach (Madison Iseman).

Zach está a las puertas de la Universidad, pero ¿hay futuro para él? Hay que hacer cuentas con toda la realidad, ¿puede soñar con compartir la vida y tener hijos con Amy?, ¿podrá tener una granja y cuidar caballos?, ¿tiene sentido seguir componiendo música?

Lo bonito de estas historias es que cuando alguien necesita la ayuda de los demás, crecen todos los implicados: el profesor Weaver logra canalizar las mejores aptitudes de Zach y las hace fructificar; la relación de Zach con Amy sirve para cuestionar la propia relación de sus padres entre sí; el instituto, la comunidad, se vuelcan todos no solo en ayudar a Zach, sino en recibir todo lo que Zach puede dar, que a la postre resulta ser mucho más decisivo y es la clave que permite entender -si es que alguien lo puede entender de verdad- el sentido de la enfermedad terminal, y en última instancia de la muerte. La familia de Zach es tan normal, tan común, tan ordinaria que no se cierran a pedir lo extraordinario, el milagro. Pero el milagro muchas veces es lo ordinario, porque lo ordinario es sacramental.

La canción Clouds es la composición de Zach en sus últimos meses: una letra de abismo y redención, “estoy en un oscuro agujero”, y quiero subir, tú estás arriba con una cuerda y me agarro a ella. Imágenes que normalmente se asocian al amor (nubes, subir, volar) dejan de ser meros símbolos y pasar a significar la plena realidad de quien está a punto de dejarlo todo: no se va a ir del todo, pero se va a ir un lugar más alto, donde la vista es más bonita.

La vida de Zach tocó a muchas personas y una de ellas fue la del director, Justin Baldoni, quien cuenta su encuentro con Zach, cuando se hallaba produciendo unos documentales “Last days” sobre personas con enfermedad terminal que llenaban de vida a quienes les rodeaban. Así se encontró con el Zach real. La madre de Zach escribió, tras su muerte, un libro de memorias Fly a Little higher (retitulado después Clouds: a Memoir) y Baldoni le prometió que “amplificaría la historia de Justin” que a él, personalmente, le había dado nueva vida. El resultado está aquí y tiene parte de homenaje. Baldoni se llevó a la familia y amigos de Zach al rodaje, para que los actores se metieran en su piel, y no se olvidó de que Zach se metiera, literalmente, en la ropa y las zapatillas de Zach. Los escenarios interiores, objetos, ropas, etc. muchos son los de la familia de Zach y otros están fielmente reproducidos. Hay un precioso detalle de la película que resume muy bien los últimos meses de la vida de Zach, y en general de su vida. Cuando tiene que hablar de cómo quiere su funeral, no quiere que se lea el salmo habitual, quiere que se lea la parábola de los talentos. Sirvió para su vida, y también para su muerte, porque sigue dando fruto.

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