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Comanchería

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Adultos S

Hell or High Water (Comanchería) es un thriller escrito por Tyler Sheridan, que ya nos trajo Sicario, y protagonizado por Jeff Bridges, Chris Pine y Ben Foster.

La historia sucede en las zonas más ancladas del pasado del oeste de EEUU, dentro del siglo XXI. Toby y Tanner son dos hermanos que, en pos de evitar que unos terrenos de la familia, donde han encontrado petróleo, les sean arrebatados por el banco, emprenden una ruta de atracos a sucursales de esa misma compañía bancaria, con el plan de “pagarles con su propio dinero”. Por su lado, también cuenta la historia del Ranger Hamilton (Jeff Bridges), que será el encargado de perseguirles y atraparles.

Solo con el disparador de la trama ya se entrevé el principal debate que propone la película: se plantean cuestiones sobre los sistemas económicos vigentes, donde parece que todo sea propiedad de los bancos.
La película viaja constantemente por otros temas interesantes: muestra la vida rural de los pueblos solitarios y olvidados del oeste de EEUU, las tradiciones religiosas y sociales, el dilema de hacerse viejo, e incluso algún inciso en la prostitución; y todo ello a través de personajes que se van encontrando con distintas situaciones y debatiendo sobre ellas. Y la película, en todo esto, nunca abandona un ritmo tremendamente atractivo y palpitante.

Con el pretexto de este viaje emprendido por los dos hermanos y su persecución, Hell or High Water trae un gustoso abanico de escenas que bailan entre la comedia ingeniosa, la acción y el suspense. Y, sobrevolando todas estas escenas, un continuo bombardeo de ideas sobre la mesa en el debate social y económico que plantea.

Estamos ante una cinta que se sale de los circuitos estándares, dando un rodeo por algunos patrones de los mismos, pero con ciertamente una voz nueva, que recuerda al sabor de boca que la nueva ristra de series de televisión nos está dejando, con obras como True Detective o Breaking Bad. No deja de ser atractiva en aspectos prácticos y muy básicos, que pueden atraer a un gran público, respetando un contenido y un debate que no quiere dejar de mirar a la cara, y un guión fresco y vivo, plagado, además, de ingeniosos momentos de humor.

De lo más interesante que puede encontrarse en esta película es que elabora el retrato de una sociedad violenta, y de una violencia que a su vez es incentivada, encendida, por un mundo opresivo, asfixiante (sistemas bancarios, legales, derechos sociales…). Plantea un círculo vicioso de violencia: la violencia invisible de un sistema opresivo y la violencia resultante de ser oprimido; una violencia que puede dispararse de muchas maneras en la vida misma, y que, en esta historia, lo hace en forma de viaje heroíco-criminal.

Un punto amargo que deja esta película es que parece plantear que el dinero es el motor de la salvación del ser humano, dejando entrever que por lo que merece la pena luchar por encima de todo en la vida es por no quedar pobre. Se plantea que es el dinero lo que principalmente salva una vida. Y de esto sí tenemos ejemplos, bien en otras maravillosas películas, bien en la vida misma, ante gente con distintos patrones económicos, para comprobar que en esta verdad última Hell or High Water se queda a medio camino.

 

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