Crítica:
Público recomendado: Todos
Celebrada comedia de la Fox y una de las más emblemáticas de Marilyn Monroe que fue nominada al Oscar al mejor vestuario y el BAFTA a la mejor película, Cómo casarse con un millonario es considerada una de las más adorables comedias de las denominadas “sofisticadas” de los años 50. La historia, sin embargo, ha sido benevolente con el evidente machismo del que hace gala no pudiendo leerse éste más que como reflejo de un tiempo y un modo de pensar (si no, cómo leer esas afirmaciones que salpican todo el filme como aquélla en que Lauren Bacall dice “por supuesto que quiero un marido, no hay nada más importante”) pese a que las tres son mujeres independientes que se mantienen así mismas gracias a su trabajo (un trabajo, por cierto, no exento de cierto machismo, pues consta en posar de modelos para que los hombres las contemplen). Con todo, la reflexión final es hermosa pues viene a vindicar que lo que debe triunfar es la pureza del amor, no otro tipo de intereses. A nivel cinematográfico desde luego es un delirio de vestuario y diseño de producción. Una película espléndida con alguno de los momentos más technicolor de la historia del cine en los que unas espléndidas Bacall, Monroe y Grable demostraron lo espléndidas actrices que eran.